Al conde de Godó no le gustó que hace unos pocos meses, en una importante reunión con empresarios de primer nivel en Barcelona, sus intervenciones sobre la decadencia de la Ciudad Condal fueran seguidas por rumores de desaprobación. A los asistentes no les gustó que Javier Godó hiciera planteamientos críticos sobre Ada Colau o los actuales rectores del Govern de la Generalitat. “Si está tan quejoso, que haga algo él con su radio y con La Vanguardia”, se decían sus compañeros de ese elitista encuentro.
Y eso parece que es lo que arranca de manera inmediata. Las decisiones del conde se aplicarán de forma rápida y tendrán efectos, sobre todo, en el diario La Vanguardia. El primer damnificado por los cambios puede ser uno de los fichajes más recientes del grupo, el periodista Ramon Rovira. Procedente del Banco Sabadell, tras pasar por la división de audiovisual del grupo, primero en la cadena 8TV y luego en RAC1, Rovira sustituyó a Josep Caminal como director general adjunto al presidente.
El ejecutivo-mayordomo
Las funciones de ese puesto oscilan entre una asesoría personal en materia institucional y de relaciones públicas a una especie de mayordomía de élite. Rovira se aprestó a cumplir con esas obligaciones, pese a que su perfil profesional parecía distar del puesto. Ha acompañado en diferentes ocasiones al conde, sin ir más lejos y hace apenas unos días, formaba parte de una delegación del grupo en la que también participaba el heredero y consejero delegado, además del director del medio. Acudieron a Moncloa a rendir pleitesía al presidente de Gobierno, Pedro Sánchez.
Aunque Rovira parecía formar parte del sanedrín de los Godó, sorprendió que no participara en uno de los actos sociales que el conde organiza de manera regular: la verbena de San Juan en su domicilio. Entre los invitados se echó en falta al asistente directo del editor, aunque no le concedieron mayor relevancia.
Vínculo con Puigdemont
Lo que parece haber resultado determinante en la intención de los Godó es un asunto vinculado con Rovira por vía indirecta, la familiar. Glòria Sala, funcionaria de la Generalitat, fue designada en mayo pasado como la nueva secretaria del prófugo Carles Puigdemont en Barcelona. Que la Generalitat de Quim Torra le concediese tal privilegio al expresidente huido formaba parte del relato secesionista de los últimos años, pero que la ocupante del cargo fuera, además, la esposa de Rovira no sentó nada bien en la familia de aristócratas.
Rovira informó de que su mujer había aceptado el cargo antes de que empezara a circular como la pólvora por Barcelona y redundara en la imagen independentista del periodista gerundense, que ya le costó la subdirección general del banco de Josep Oliu. Él ha sostenido durante todo este tiempo que el respeto a su pareja y la libertad de elección debía prevalecer, pero ni a Carlos ni a Javier Godó les ha convencido ese argumento. El periodista es amigo íntimo de Puigdemont, con quien había trabajado en Girona durante años.
Relevo y nombramientos
El problema sucesorio en la cúpula del holding de comunicación sigue abierto y sin solución aparente a la vista. Javier Godó no parece dispuesto a ceder el testigo a su hijo Carlos e incluso entre ambos discrepan frente a determinadas iniciativas. Padre e hijo se disputan ante el staff ejecutivo la preeminencia decisoria, lo que da lugar a no pocos equívocos y situaciones de tensión, la evidencia de dos almas: los dos equipos que conviven desde la propiedad y la gestión con filosofías y planteamientos no siempre coincidentes.
La salida de Rovira será inminente, según explica el conde a sus interlocutores. En cuanto se produzca, provocará una cascada de nombramientos en el grupo. Màrius Carol, actual director de La Vanguardia, está llamado a ocupar el espacio actual de Rovira, al lado del presidente y primer accionista. El periodista se estaría resistiendo a dar el paso que le devuelve a un papel análogo al que desempeñaba en el grupo antes de ponerse al mando de la dirección del diario.
La dirección del diario
Tras el paso de Carol a la planta noble del presidente, La Vanguardia quedaría bajo la supervisión de Jordi Juan, actual vicedirector y encargado de la edición digital en los últimos años. Juan ha logrado que la versión electrónica del medio se encarame al top de audiencia con una agresiva estrategia dual de SEO y fuerte inversión en compra de tráfico en Facebook, una apuesta que se cuestiona en el sector puesto que arroja la extraña conclusión de que uno de cada dos españoles, sean usuarios de internet o no, son lectores de La Vanguardia Digital.
Así, Jordi Juan asumiría el papel principal en el plano editorial del grupo. De ahí la sorpresa de que en la visita que los ejecutivos del grupo realizaron al presidente Sánchez no estuviera presente quien está llamado a ser el futuro hombre fuerte del holding, y sí que participara, en cambio, la directora adjunta, María Dolores García.