La inmobiliaria Nyesa, que volvía a Bolsa en enero de 2018 tras haber estado suspendida de cotización durante casi siete años, se mantiene desde entonces en el más absoluto de los ostracismos bursátiles, al albur de los tejemanejes llevados a cabo por un grupo de inversores rusos.
Fueron recibidos con los brazos abiertos, como presuntos salvadores de una empresa que intenta salir a flote tras superar el concurso de acreedores al que se tuvo que acoger, pero su impronta apenas se ha notado en la inmobiliaria. Y ya han decidido poner tierra de por medio.
Rusos en Miami, Moscú y Estepona
La operación del clan ruso en Nyesa fue pergeñada en abril de 2017, cuando las sociedades Aqualdre y Fanumceo, accionistas de referencia de la inmobiliaria, suscribían un acuerdo con tres inversores --dos radicados en Moscú, la familia Eldarov y Andrei Ivanov, y otro en Miami (el matrimonio formado por Mikhail y Bella Gaber)--, por el que la empresa española se quedaba con el 98,12% de la sociedad rusa Marma a través de una ampliación de capital no dineraria valorada en 58 millones que permitió a los rusos amasar casi el 50% de Nyesa.
Desde el primer momento, las suspicacias sobre el acuerdo se pusieron encima de la mesa, toda vez que Marma contaba con activos valorados en 1,2 millones de euros, sus ventas en 2016 habían ascendido a 1,4 millones y su beneficio en ese ejercicio no llegó a 10.000 euros.
Narva Loft, el megaproyecto
¿Podría una empresa con estos datos valer 58 millones? Nyesa entendió que sí en base al proyecto Narva Loft, consistente en la rehabilitación de un complejo de edificios, de más de 53.500 metros cuadrados de edificabilidad, en el que se desarrollarían 1.125 apartamentos, 1.000 metros cuadrados de zona comercial y más de 100 plazas de aparcamiento, además de un hotel de 100 habitaciones cuya gestión se prevé cerrar con una cadena hotelera internacional.
Nyesa sigue barajando números estratosféricos con el proyecto Narva Loft, con una facturación total prevista para los próximos seis años de más de 153 millones y unos beneficios antes de impuestos de otros 117.
Los rusos se diluyen y venden
Pero, de momento, el proyecto sigue sin arrancar, y los inversores rusos han empezado a poner tierra de por medio. De contar con el 49% de Nyesa en enero de 2018, suman ahora poco más del 23%.
Y algunos, como Alexander Samodurov, residente en Estepona (Málaga) y actual director general, al que sus compatriotas le cedieron el 10% de la inmobiliaria española, ha llevado a cabo ventas de 50 millones de acciones por las que se ha embolsado 1,4 millones.
Brickstock toma el testigo
La dilución del clan ruso en Nyesa se relaciona con otra operación que también está sembrando muchas dudas, como son sendas ampliaciones de capital no dinerarias, por las que la sociedad Olaf y Rubí, controlada por la socimi Brickstock, en manos del empresario José Antonio Bartolomé, aporta activos valorados en 39 millones, que le han permitido hacerse con el 22% del capital de la inmobiliaria y colocar a Michel Lallement como presidente y a Liberto Campillo como consejero delegado.
Entre los inmuebles aportados por Olaf y Rubí a Nyesa se encuentran 95 oficinas, 2 locales comerciales y 144 plazas de aparcamiento ubicadas en el emblemático edificio “Torres de Hércules” de Cádiz, locales comerciales y terrazas en Fuerteventura, un local en Barcelona, suelos finalistas en Madrid y Toledo, y espacios en los centros comerciales de Gorbeia Multicines, en Vitoria, y Parque Rivas, en Madrid.
La empresa vale 35M€
Un sinfín de movimientos, con la mayoría de los proyectos sin acometer --ni el de Moscú ni tampoco los contemplados en Costa Rica, con actuaciones residenciales y hoteleras--, que se deja sentir en el errático transitar bursátil de Nyesa.
Hace año y medio, en su regreso a Bolsa, capitalizaba la inmobiliaria por un valor de 335 millones al tomar la referencia de los 0,17 euros por acción de siete años antes, y ahora apenas vale 35, con las acciones en 0,0132 euros, aunque por el camino se han producido esas tres ampliaciones de capital no dinerario por un montante de casi 100 millones. La de los rusos y las dos de la socimi Brickstock.