La farmacéutica estadounidense Pfizer calló cuando sospechó que uno de sus medicamentos, Enbrel, diseñado para tratar la artritis reumatoide, podía detener el alzhéimer. La compañía, sin embargo argumenta que aparcó el ensayo clínico que corroboraría esos indicios por su elevado coste (71 millones de euros) y las dudas sobre los resultados.
Ha sido The Washington Post el periódico que ha destapado este descubrimiento oculto. Asegura que, desde 2015, Pfizer tenía indicios de que Enbrel podría reducir en un 64% el riesgo de padecer alzhéimer. Y que el comité interno de la compañía preparó una presentación interna hace un año en la que sugería la posibilidad de que el fármaco prevenga, trate y retarde la progresión de la enfermedad.
Pfizer responde que la información “no retrata con precisión” la toma de decisiones de la compañía basadas en la ciencia. La farmacéutica argumenta que descartó la inversión en el ensayo porque dudaba de los resultados. Afirma que habría indagado si tuviera “fundamentos sólidos”, y recuerda la cantidad de investigaciones independientes que ha financiado para encontrar una cura.
No obstante, algunos científicos externos no están de acuerdo y sostienen que el ensayo con Enbrel, o la publicación de estos indicios, podría dar pistas importantes para combatir la enfermedad y disminuir el deterioro en las primeras etapas.