A las diez de la noche del 16 de abril, Prensa Ibérica firmó con el pool de bancos con los que Antonio Asensio Mosbah mantenía una deuda de 90 millones de euros la adquisición del pasivo del Grupo Zeta después de aplicar una quita del 70%. Finalizaba así una operación muy complicada y muy dilatada en el tiempo: el hijo del fundador del holding de prensa había distribuido los primeros cuadernos de venta en otoño de 2007, cuando la recesión aún no era ni una sospecha.

El acuerdo daba paso a la adquisición definitiva, pendiente aún de la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) --que se produjo el 9 de mayo-- y de algunos flecos: el contante y sonante que el hijo del fundador pretendía meterse en el bolsillo.

Ganancias netas

Él pedía inicialmente 16 millones netos, lo que llegó a convertirse en un verdadero obstáculo en negociaciones anteriores. Javier Moll, presidente de Prensa Ibérica, le hizo una oferta en varios tramos, de manera que en metálico solo pillaba en torno a cuatro millones; y lo demás, hasta una decena, quedaba pendiente del desarrollo del negocio.

El resultado de ese tira y afloja pudo verse el día 31 de mayo en la redacción de El Periódico de Catalunya. Asensio no asistió a la presentación de los nuevos propietarios y la directora del rotativo. El máximo representante de la antigua empresa fue Conrado Carnal, tercero en la estructura de mando. El segundo, Agustí Cordón, había sido cesado unas semanas antes.

 

Tampoco asistió Enric Hernàndez director del medio desde 2010. Moll no contó con él desde el principio de las negociaciones y tenía muy claro que pondría a una mujer al frente de la cabecera. No quiso mantener a la persona que había pilotado las últimas reducciones de plantilla y que mantenía unas relaciones conflictivas con la redacción. No asistieron al acto, pero es que tampoco nadie se acordó de ellos.

Hernández se enteró de su despido por la prensa, cuando circuló como cosa hecha que Anna Cristeto le sustituía en el cargo. Lo mismo le pasó a Asensio, quien se tomó como una afrenta no haber sido informado del relevo periodístico previamente. Antes habían circulado rumores sobre ofertas a otras periodistas de la ciudad, como Lola García, directora adjunta de La Vanguardia.

Hasta luego...

Pero ese día, el 23 de mayo, la información era fetén: así lo confirmó la propia empresa, que redactó finalmente un comunicado en el que señalaba a Cristeto como la “próxima directora” del diario, según rezaba la nota. Hernández reunió a su staff unos minutos y le trasladó la destitución en el cargo. Luego se marchó de la redacción para no volver más. Está de baja médica y negocia su indemnización con los nuevos propietarios del diario.

El director cesado fue protagonista de algunos episodios que tanto la redacción como la nueva propiedad prefieren olvidar. Algunos de ellos tendrán consecuencias que están por llegar, según fuentes internas del grupo.

Multa pendiente

Es el caso, por ejemplo, de la última huelga de los trabajadores del grupo, concretamente los de Gráficas de Prensa Diaria, cuyos 56 trabajadores eran carne de despido tras el acuerdo con Prensa Ibérica.

Convocaron una huelga para los días 26 y 27 de abril, coincidiendo con las elecciones generales, con el objetivo de presionar a la empresa en las negociaciones. Los inspectores de trabajo y los Mossos pudieron constatar que la empresa utilizó los servicios de Imprintsa –una empresa externa propiedad de Moll– para evitar los efectos del paro. La sanción por atentar contra el derecho a la huelga que asiste a los trabajadores aún está por promulgarse. La autoridad laboral no ha querido hacerla pública hasta ahora para evitar interferencias en el proceso de venta, según fuentes cercanas al comité de empresa.

Consejo editorial

Quien sí estuvo en el acto formal de relevo, si se le puede llamar así, fue Antonio Franco, el primer director de El Periódico, que ocupó el cargo casi 30 años. También asistió José Antonio Sorolla, director adjunto del medio durante 18 años, y Rafael Jorba, periodista de largo recorrido tanto en El Periódico como en La Vanguardia.

Jorba será el secretario del consejo editorial que va a presidir Juan Tapia, el hombre que ha ayudado a Javier Moll en la última fase de la operación. A ese organismo también se incorporará Sorolla y Rosa Paz, antigua periodista de La Vanguardia, que ya ha comenzado a colaborar como columnista en El Periódico.