En la papelera gallega Ence cruzaban los dedos en las elecciones generales del pasado 28 de abril, confiando en que el Partido Popular pudiera volver a gobernar, y agarrarse al último hilo de esperanza que les queda para evitar el cierre de su planta de celulosa en la ría de Pontevedra.
El anterior presidente, Mariano Rajoy, estando en funciones en enero de 2016, había aprobado prorrogar que la factoría pontevedresa se quedase hasta 2073 en el emplazamiento, en pleno dominio litoral público, que ocupa desde la década de los años 50 del pasado siglo.
Sánchez pasa del cierre de la factoría de Pontevedra
Pero con la llegada de Pedro Sánchez al Palacio de la Moncloa, tras salir airoso en junio de 2018 de la moción de censura presentada contra el propio Rajoy, todo cambió.
El pasado 8 de marzo, el Ejecutivo central, ante la fuerte presión medioambiental y los procedimientos abiertos en la Audiencia Nacional, decidía que no iba a defender ni un minuto más la prórroga aprobada por Rajoy para que la fábrica de Ence se mantuviese junto a la ría.
Prórroga no conforme a Derecho
El abogado del Estado argumentaba, en el escrito de la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar, que aquella prórroga “no fue conforme a Derecho”, sobre la base de que, según un informe del Consejo de Estado, una concesión no puede sobrepasar, en ningún caso, el límite de 75 años.
A partir de aquí, las consecuencias de esta decisión no se hicieron esperar, con los inversores huyendo despavoridos de la papelera, dejando la cotización a los pies de los caballos.
Al mal tiempo, buena cara
No en vano, este cambio de criterio del Ejecutivo central pone en riesgo un tercio de los ingresos de Ence, aunque los responsables de la empresa --ahora con Ignacio Colmenares como presidente ejecutivo tras la jubilación de Juan Luis Arregui-- andan tratando de minimizar el impacto, mostrando su confianza en cumplir con las previsiones incluidas en el recién presentado Plan Estratégico 2019-2023, de duplicar el Ebitda y llegar a los 550 millones de euros.
De momento, con poco éxito. Ence, convertida en una de las grandes estrellas en Bolsa en los últimos años, cuadruplicando su valor entre 2015 y 2018, hasta superar los 2.000 millones de euros, se ha visto golpeada seriamente por este cambio de criterio de la Administración central.
Presumible fugaz paso por el Ibex 35
Y los máximos de casi 9 euros por acción registrados en octubre de 2018 han quedado muy lejos, aunque le daban a Ence crédito suficiente como para que el pasado 10 de diciembre el comité asesor técnico del Ibex 35 decidiera que fuera el grupo papelero el que sustituía a Dia en el selectivo.
Una presencia entre los ‘grandes’ que puede resultar de lo más efímera si a mediados de junio, cuando vuelva a reunirse ese comité, la papelera no es capaz de remontar el vuelo y vuelve a capitalizar por encima de 1.000 millones.
Ence se deprecia un 56% en siete meses
Con los títulos por debajo de 4 euros, el grupo industrial presidido desde hace un mes por el hasta ahora CEO Ignacio Colmenares --que sustituía al jubilado Juan Luis Arregui tras 13 años de mandato--, capitaliza por 956 millones, un 56% menos que hace siete meses.
Para tratar de parar esta sangría bursátil, los máximos accionistas de Ence han tirado de talonario para hacer acopio de dos millones de títulos.
A golpe de talonario
El propio Arregui, máximo accionista de la papelera con el 29,44% de su capital, se gastaba 1,72 millones de euros en adquirir, entre los días 8 y 9 de mayo, 411.000 acciones a través de sus patrimoniales Retos Operativos XXI y Turina 2000.
Se unía así el empresario vizcaíno a la estrategia que, desde el pasado mes de noviembre, viene siguiendo José Ignacio Comenge, cuya fortuna estimada asciende a 740 millones por sus participaciones en empresas como Coca-Cola, Ebro o la propia Ence, empresa de la que, en los últimos seis meses, ha comprado 1,67 millones de acciones por más de 8 millones de euros, para elevar su participación hasta el 6,3%.