Los taxistas han iniciado su primera jornada de huelga en Cataluña movidos por la desesperación y la rabia. Entre los trabajadores de este sector predomina la idea de que esta puede ser, tal vez, la última ocasión que tengan para blindarse frente al empuje de nuevas plataformas de transporte privado como Uber o Cabify.
Los taxistas consideran que la extensión de las VTC supondrá la muerte de su oficio. Por ello, están dispuestos a darlo todo en esta “guerra” contra la Generalitat, tal y como califican ellos mismos el conflicto. No pararán, dicen, hasta que el Govern obligue a contratar el servicio de VTC con 24 horas de antelación y lo presente por escrito.
Dudas sobre la huelga
No obstante, el mantenimiento de la huelga indefinida convocada ayer siembra dudas dentro del colectivo. Poco después de acabar la asamblea en la que se decidió mantener el bloqueo de la Gran Vía de Barcelona, los taxistas comentaban en pequeños grupos las dificultades que supondrá mantener el paro. “El verano pasado muchos de nosotros sacrificamos nuestras vacaciones. Por eso pudimos aguantar una semana de huelga”, explica José, uno de los miles de afectados.
Otros taxistas señalan que no están preparados para afrontar una huelga indefinida, dada la ausencia de una caja de resistencia que les permita subsistir y aguantar durante un largo período de tiempo. En este sentido, creen que el paro no durará mucho y que centrarán sus esfuerzos en boicotear el Mobile World Congress (MWC) en febrero. “Ahí podemos hacer mucho daño, y la Generalitat lo sabe”, indica un taxista en conversación con este medio.
Uso de la violencia
Otra cuestión que genera discrepancias es el uso de la violencia durante su protesta. En la primera jornada de huelga, durante la manifestación que recorrió el centro de la ciudad, los taxistas se dividieron entre los que eran partidarios de arremeter contra los vehículos de Uber y Cabify y los que llamaban a la calma y trataban de disuadir a sus propios compañeros.
El ataque contra uno de los coches fue tal, que el conductor sufrió una crisis nerviosa dentro del vehículo. El hombre, tendido en el suelo, fue auxiliado en un primer momento por agentes de la Guardia Urbana, hasta que una ambulancia del Sistema d'Emergències Mèdiques (SEM) lo atendió en la calle.
Pese a estas diferencias, el colectivo se muestra unido a la hora de afrontar la huelga indefinida. Saben que no les queda otra para defender el que ha sido hasta ahora su modo de vida. Los taxistas expresan que, con la actual actividad de Uber y Cabify, muchos no podrán aguantar ni un año.
Quejas de los comerciantes
Por ello, volcarán todos sus esfuerzos en este nuevo pulso contra la Generalitat. Los taxistas volverán a repetir las escenas que se vivieron en Gran Vía el pasado mes de julio, con todas las consecuencias que ello conlleva.
La asociación Barcelona Oberta ya ha expresado su preocupación tras recordar las graves repercusiones que tuvo para el sector del comercio la anterior huelga de taxistas el verano pasado. Gabriel Jené, presidente de la entidad que agrupa a los principales ejes comerciales de la ciudad, asegura que están "en plena campaña de rebajas de invierno, una de las más importantes del año. Esta protesta, aunque sea legítima, puede tener un impacto muy grande en el comercio”.
“Ya conocemos la experiencia del verano pasado, que fue muy negativa para el sector”. Según el presidente de Barcelona Oberta, el comercio perdió un 30-50% de su facturación habitual durante la anterior protesta de los taxistas en la Gran Vía de Barcelona.
La Generalitat, en una encrucijada
Con todo, el conflicto de los taxistas ha dejado en una encrucijada al conseller de Territori i Sostenibilitat, Damià Calvet. El decreto ley impulsado desde su cartera no ha contentado a nadie. La patronal de las VTC Unauto ya ha anunciado que llevará a los tribunales la antelación para contratar sus servicios. Mientras, la amenaza de los taxistas y su declaración de intenciones en la primera jornada de huelga podría degenerar en un problema de orden público que afecte a más departamentos de la Generalitat, como a Interior.
Pese a las críticas, desde la consejería de Territorio eran conscientes que la propuesta no iba a satisfacer a nadie. “Es el papel que nos toca hacer como Administración", sentenció ayer viernes Calvet. Resta por ver si también asumen las consecuencias de la huelga, que ya ha dado sus primeros coletazos de conflictividad.