Habla rápido y busca el guiño con el interlocutor. Isaac Getz, profesor en la escuela de negocios ESCP de París, ha revolucionado el mundo empresarial. Apuesta por las llamadas compañías “liberadas”, y le encanta el fútbol. Para Getz, un CEO debe ser una especie de entrenador, que, con la preparación necesaria, lleve a sus trabajadores a la convicción de que deben y pueden tomar más decisiones, y que las jerarquías son cosa de otro tiempo. “Las empresas deben tener un Cruyff para saber cómo disfrutar”, asegura, en alusión al jugador y entrenador del F.C. Barcelona, autor de la frase que resume toda su filosofía y que comunicaba a sus jugadores: “Salid al campo y disfrutad”.
Getz presentó este jueves su libro, Freedom, Inc., editado por Arpa en el Instituto francés. Con interpelaciones a los asistentes, que completaban sus reflexiones, el profesor francés insistió en una cuestión que ha llevado a equívoco. Las empresas que él defiende no son aquellas que se han vendido como las más amables para los empleados. En las compañías tecnológicas, como Google o Aribnb, el espacio físico es diáfano, hay fuentes de fruta, futbolines, o espacios para conversar y descansar. No se trata de eso. Lo que propone Getz es la asunción de más responsabilidades por parte de los trabajadores, que sepan que ellos mismos pueden aportar soluciones a los retos que se plantean cada día, y que de ello dependen sus propias condiciones laborales. Ese “disfrutad” de Cruyff debe aplicar en el mundo empresarial, dejando al CEO como un gran entrenador que debe saber con qué material humano cuenta para que cada uno dé lo mejor de sí.
Pasar la pelota, como el Barça
“¿Dónde estaba el secreto de Cruyff y del Barça, que después supo crear una escuela que se mantiene? En los entrenamientos, en una forma de entender, de forma colectiva, un juego, con cada uno involucrado en la forma de jugar del otro”, señala Getz, frente a la mirada atenta del público. “El modelo se basa en el pase corto de la pelota, y eso quiere decir que se tiene confianza en todos los jugadores, si te paso el balón es porque sé que lo vas a conducir bien, y que lo pasarás a otro jugador y que se irá avanzando para el bien del equipo, pero si no hay confianza, si creo que perderás la pelota, que te equivocarás, entonces se crea un clima enrarecido, donde nadie trabaja para el conjunto”. Eso gustó, en la biblioteca del Instituto Francés, donde se desarrolló la charla, con la colaboración de Crónica Global.
El libro de Getz, publicado en 2009, pero ahora por primera vez en castellano, ha impulsado renovaciones en la cultura empresarial en compañías como Michelin, Airbus, Decathlon, o la norteamericana Harley-Davidson. Y es el precedente de otro trabajo que también ha creado escuela, el de Frederic Laloux, Reiventar las organizaciones, (Arpa editores). En lo que insiste Getz es que el CEO debe soltar lastre, “dejar de creerse el más listo, y ser listo, precisamente, porque confía en los trabajadores”. Eso implica, a su juicio, “escuchar a los empleados, porque son ellos los que están en primera fila, los que conocen el producto y a los clientes, y fomentar que tomen decisiones por ellos mismos, fomentando la innovación, y asumiendo el riesgo, aunque se puedan producir errores, que ocurre en el mundo empresarial, pero también en cualquier ámbito de la vida”.
El profesor Getz, en el Instituto Francés
Reclamar al jefe
En Francia, Getz ha vendido más de 60.000 ejemplares de su libro, lo que resulta, en el campo editorial, un éxito formidable, teniendo en cuenta que se trata de una obra de management. Con la utilización de palabras en inglés –los franceses no dejan de hacerlo continuamente, y no sólo cuando se refieren al ámbito empresarial, lo que no deja de ser una paradoja—Getz mantuvo, --en lengua francesa—que también existen los trabajadores que no quieren saber nada, que sólo reclaman al “jefe” lo que tienen que hacer. “Hay que prepararlos, hacerles ver que ellos también ganarán si funcionan pensando en todo el equipo”, insiste este profesor espigado e irónico.
¿Pero qué pasa cuando esa evolución personal es más lenta que la que existe una empresa? Getz pide tiempo, considera que una compañía no puede cambiar de la noche al día, y que dependerá del número de personas, en relación al total, que estén dispuestos a un cambio de cultura. “Si tienen seis de diez trabajadores a favor, el cambio se producirá, depende de cómo empujen los propios empleados en esa dirección”, señaló, cuando uno de los asistentes le preguntó por ello.
La cultura del "asesor"
Ahora bien, ¿esas empresas liberadas, no provocan que se confunda la vida laboral con la familiar? Y Getz recupera la idea del CEO como entrenador. “Si se trabaja bien, si se responde por objetivos, al margen de los horarios o de los corsés habituales en una empresa, entonces el propio CEO es el que debe indicar que cada trabajador y trabajadora se vaya con sus familias, que disfrute”.
Disfrutar en el campo, y en casa, en la empresa y con la familia. Un cambio psicológico, con diferentes pautas que indica Getz en su libro. Todos salieron contentos. Por ahora. Luego las cosas son algo diferentes. Pero en las empresas que han seguido al profesor se han comprobado las mejoras. “Mi papel y mi manera de tomar las decisiones han cambiado. No soy un jefe, soy más bien un asesor”, decía el director de una fábrica de Michelin, Laurent Carpentier, que ha logrado que el personal reduzca los problemas de seguridad y los costes que hasta ese momento existían.
Jueguen, lean, y apliquen. En el Instituto francés de Barcelona tomaron nota.