"Ni hemos comunicado nada al respecto ni creo que lo vayamos a hacer". Así, sin rodeos, respondían desde el Banco de España a la cuestión planteada por Crónica Global de valorar la crisis institucional que atraviesa el BBVA --el segundo banco de España-- tras hacerse público, y reconocerlo el propio banco, el contrato firmado con una empresa del excomisario José Manuel Villarejo para llevar a cabo actividades relacionadas con escuchas ilegales y seguimientos a varias personas.
Alegan que no es el Banco de España --supervisor de las entidades financieras nacionales-- quien debe valorar situaciones como la existencia de una relación contractual entre el banco que presidía Francisco González y la empresa de espionaje dirigida por el excomisario Villarejo. Existe otra instancia europea, el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que se encarga de realizar esa labor de supervisión sobre un banco como el BBVA y, en su caso, interponer algún tipo de sanción si lo estimara conveniente.
Llamamiento a toro pasado
A partir de aquí, a lo más que llegaba el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en relación a esta trama de espionaje promovida desde el BBVA es a hacer un llamamiento, a toro pasado, para que las entidades financieras "adopten controles que eviten conductas inapropiadas, de cara a conseguir mejorar su reputación".
Una reputación a la que el Banco Central Europeo (BCE) se refiere en su Guía de Supervisión Bancaria, publicada en noviembre de 2014 coincidiendo con la entrada en funcionamiento del MUS, en la que se recoge que "la evaluación de la idoneidad de los miembros del órgano de dirección de las entidades constituye un aspecto esencial de las actividades de supervisión".
"Suficiente reputación" de los directivos
Y, en ese sentido, añade que esos directivos "deben gozar de suficiente reputación y poseer los conocimientos, cualificaciones y experiencia necesarios para ejercer sus funciones".
El daño a la reputación financiera de España que esta crisis de espionaje promovida desde el BBVA pudiera acarrear suscita un gran temor en el Gobierno. Tanto la ministra de Economía, Nadia Calviño, como la de Hacienda, María Jesús Montero, tras calificar de graves las vinculaciones entre el banco y Villarejo, no dudaban en poner sobre la mesa el daño reputacional que una situación como esta puede causar.
Toma de cartas en el asunto por el BCE
No obstante, según confirmaba la propia Calviño en la clausura de la novena edición del Spain Investors Day, el BCE todavía no ha contactado de manera oficial con el Ejecutivo español para mostrar preocupación ni para ejercer presión alguna para que Francisco González dejara de ser presidente de honor de BBVA. Un asunto que se lleva con la máxima discreción, a la espera de que sea el propio banco el que tome la esperada decisión.
En el caso de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no le quedaba otra que salir al quite en esta crisis, toda vez que entre los espiados por Villarejo se encuentran algunos ex altos cargos del organismo supervisor de los valores cotizados españoles, como fue el caso de Carlos Arenillas, que en 2005 --en pleno intento de toma de control por parte de Sacyr del BBVA-- era el vicepresidente de la entidad por detrás de Manuel Conthe.
Investigaciones de la CNMV
En ese sentido, el organismo ahora dirigido por Sebastián Albella ha abierto sendas investigaciones para, por un lado, evaluar la existencia de riesgos patrimoniales en BBVA y, de haberlas, vigilar que se cuantifiquen en las cuentas del banco y, por otro, revisar los actuales sistemas de seguridad de la entidad para descartar fugas de información como sucedió en 2005.
El propio Manuel Conthe, en una reciente entrevista, no ha tenido reparo alguno en reconocer que Carlos Arenillas , su segundo en la CNMV, era "un submarino del Gobierno" presidido José Luis Rodriguez Zapatero en el intento de control del BBVA por parte de Sacyr, y que, en este sentido, estaba en contacto permanente con la Oficina Económica de Presidencia, que dirigía Miguel Sebastián.