Isak Andic, fundador y presidente de la cadena textil Mango, ha acometido una reestructuración de calado en la organización del grupo, con el ascenso a director general de Toni Ruiz.
Andic reconoce los méritos de Ruiz en los tres años que lleva en el grupo, tras ser fichado de Leroy Merlin, como miembro del consejo y ejerciendo la función de responsable financiero de la multinacional.
Primer ejecutivo tras Andic
Con este movimiento, por encima de Ruiz solo se sitúa el propio Isak Andic, como presidente ejecutivo, y mantienen sus actuales responsabilidades Daniel López y Jonathan Andic, como vicepresidentes ejecutivos, y Carlos Costa, que sigue como director de Operaciones y Estrategia.
Andic reintroduce así la figura del director general, que Mango suprimió de su organigrama en 2015, cuando el histórico Enric Casi abandonó la compañía. Desde entonces, Costa y el propio Ruiz se repartían estas funciones, que, a partir de ahora, quedarán exclusivamente en manos del nuevo primer ejecutivo tras el fundador de la cadena.
Nuevos retos tecnológicos
La variante introducida tiene como objetivo principal la mejora de los resultados con una adecuación de la organización a los nuevos retos tecnológicos del sector, con una transformación digital a todos los niveles.
Un camino, el de las ventas online, que en 2017 aumentaron un 15,3%, hasta los casi 340 millones de euros, y que el grupo maneja elevar al 20% de la facturación total a lo largo de 2019.
Más macrotiendas
No obstante, el negocio tradicional está lejos de desaparecer, especialmente con las recientes aperturas de grandes macrotiendas. En 2017, la cadena finalizó el ejercicio con 211 tiendas gigantes, 20 de las cuales se abrieron ese año. De este modo logró saltar de los 798.000 metros cuadrados hasta los 812.000 metros cuadrados en 12 meses.
Los números de la cadena, presente en 110 países y cuenta con 2.200 puntos de venta, arrojaron en 2017 un volumen de facturación de 2.194 millones de euros, un 2,9% menos que en 2016.
Pérdidas de 33 millones en 2017
Menos ventas que dejaron pérdidas de 33 millones, un 45% menos de las registradas en 2016, cuando fueron de 61. Sí mejoraba la evolución de la deuda, recortada un 33%, de 617 a 415 millones.
Lejos quedan ya los beneficios de 120 millones de euros de 2013, que cayeron levemente hasta los 107 millones en 2014 e hicieron saltar las alarmas en 2015, cuando se quedaron en apenas 4 millones.