Félix Abánades, presidente de la inmobiliaria Quabit, prosigue con el trasiego interminable de operaciones financieras, acompasando los intereses de su empresa con los de sus inversiones personales. Si los números del plan estratégico 2017-2022 salen, todo irá bien, y no habrá ningún problema para afrontar sus deudas personales. De lo contrario, el castillo de naipes se vendrá abajo.
Salvando las distancias, su caso es similar al vivido por Esther Koplowitz en FCC que, cuando se quedó sin cobrar el dividendo, no pudo afrontar el servicio de los 800 millones que debía a BBVA y Bankia, y tuvo que llegar Carlos Slim a rescatarla a ella y a la empresa que fundó su padre.
Previsiones del plan estratégico
Así, Abánades lo ha fiado todo a que, en los próximos 4 años, Quabit entregue casi 8.000 viviendas, facture 2.000 millones, genere un flujo de caja de 500 y reparta otros 90 en dividendo.
De esa retribución al accionista, el presidente de la promotora se embolsaría, por su actual 22%, 20 millones, y no tendría problema alguno para cumplir con el acuerdo de refinanciación que acaba de firmar con la estadounidense Equities First Holdings.
Abánades refinancia su deuda
Un crédito de hasta 9 millones, a través de su sociedad Retablo Inversiones, con la que ha cancelado la deuda a corto plazo que había solicitado para acudir a las numerosas ampliaciones acometidas por Quabit, de cara a obtener recursos con los que adquirir el suelo necesario donde construir las viviendas previstas.
Como garantía de la línea de financiación, Abánades ha puesto en prenda el 4,9% de Quabit, formado por un paquete de 7,3 millones de acciones. La operación se ha articulado bajo contratos de venta y pacto de recompra en marzo de 2022, y a un tipo de interés fijo del 3,15% que comporta el pago de 600.000 euros.
Entregas de vivienda, a paso lento
En cierto modo, lo que hace Abánades, igual que ha hecho con su empresa, es alargar los vencimientos de deuda hasta dentro de cuatro años, para cuando, supuestamente, los ingresos por la entrega de viviendas deberían desbordarse.
Un asunto que, cada día que pasa, resulta más complicado. Entre enero y junio, entregaba Quabit 68 pisos, a los que se unirán otros 147 en el segundo semestre, hasta totalizar 215 en el presente ejercicio. Para 2019 la previsión es entregar unos 900 y otros 1.750 en 2020, un objetivo difícil de alcanzar teniendo en cuenta que, en estos momentos, la promotora apenas tiene 1.000 viviendas en construcción.
Sin planeamiento o sin terrenos adquiridos
Dificultades para entregar la totalidad de esos 2.700 pisos entre 2019 y 2020, y tampoco parece fácil que se cumpla la previsión de que entre 2021 y 2022 se entreguen las llaves de 5.100 viviendas, toda vez que, según recoge la propia empresa, el suelo para levantar estos inmuebles todavía no cuenta con el planeamiento tramitado o porque ni siquiera se cuenta con los terrenos, a expensas de que se adquieran en el futuro.
Sin la entrega de estas viviendas, el plan estratégico se convierte en papel mojado. Ni ingresos, ni caja, ni dividendos. Ni tampoco esperanzas de que la acción remonte el vuelo en bolsa.
Quabit vale menos de lo que debe
La cotización de Quabit, con 1,66 euros por acción al cierre de este miércoles, queda muy por debajo de los 2 euros los que, en noviembre de 2017, se cerraron de una tacada seis ampliaciones de capital por un importe conjunto de 41,8 millones.
Con este precio de las acciones, la inmobiliaria controlada por Félix Abánades solo tiene un valor de mercado de 247 millones, menos de los 248 de deuda financiera.
Apalancamiento que, en algún caso, tiene un riesgo evidente, como ocurre con las dos líneas de crédito de hasta 100 millones firmadas, entre diciembre de 2016 y diciembre de 2017, con el fondo Avenue. Préstamos con intereses de entre el 12% y el 16% que, de no devolverse, supondría que el fondo se quedaría con el 8,56% de la promotora.