Las clases medias son las grandes perjudicadas, las que han notado más la crisis, las que se han visto empujadas hacia la precariedad. Ese es el esquema que se ha repetido en los últimos años, tras el estallido de la crisis en 2007 y 2008 en España. La literatura especializada se ha centrado en ello, pero la realidad es algo diferente. Han sido las clases bajas las que se han visto más perjudicadas, y en eso el caso español sí ha sido diferente al entorno europeo.
“Frente a lo ocurrido en otros países, el aumento de la desigualdad en nuestro país se debe más a la pérdida de posiciones de los estratos de renta más bajos, que al mayor enriquecimiento de los ricos”. Un ascensor social, por tanto, que se ha roto, que ya no funciona.
La medicina anticrisis
El camino de salida de la crisis ha pasado por el recorte presupuestario, de las prestaciones sociales, de las rentas indirectas que benefician a las clases más bajas en términos de igualdad de oportunidades. Ese apoyo social se ha visto muy tocado por la política económica comunitaria, y donde más huella ha dejado ha sido en países con un Estado del bienestar menos construido, como es el caso de España.
Es una de las conclusiones de Olga Salido, profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, autora de un trabajo sobre la crisis económica y clases sociales, del Observatorio Social de La Caixa, y que sigue una línea de investigación que apuntan otros expertos como Pau Marí Klose, nombrado recientemente director de la oficina del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil. Marí Klose considera que para atacar esa realidad, los recursos se deben focalizar en los primeros años de vida de los niños, con el objetivo de lograr una sociedad productiva.
Todo casi igual
En el trabajo de Olga Salido lo que se explica es que en España no se ha producido una especie de guerra de las clases más pudientes contra los que tienen menos recursos, como sucede, en términos generales, en otros países occidentales. Lo que ha ocurrido, desde el inicio de la crisis, es que a la salida, cuando España ha vuelto a crecer, los puntos de partida de todas las clases sociales son similares. No hay ascensor social, se ha bloqueado, ha dejado de funcionar.
¿Por qué se considera eso? Entre 2007 y 2013 la renta media del 10% más pobre disminuyó alrededor de un 30%. En el otro extremo, el 10% de las rentas más altas, experimentó caídas, pero no mayores al 10%.
Más desigualdad
Todos en España, por tanto, se vieron sujetos a la crisis económica, pero con unas consecuencias totalmente diferentes. La desigualdad, en realidad, ha acabado aumentado. Es un país menos cohesionado, en ese sentido, que al inicio de la crisis económica. “La cuota de renta de los hogares más ricos (la décila 10, en una distribución de la renta) ha pasado de ser 9,5 veces mayor que la del segmento más pobre (decila 1) a 13,7 veces, debido fundamentalmente a la caída de la renta de las clases más bajas”, señala Olga Salido.
Nadie sale, o en porcentajes muy pequeños, del lugar de donde parte. Tres de cada cuatro personas que en 2008 pertenecían a los grupos de renta más bajos (decilas 1 y 2) quedaron en la misma posición tras la fase más dura de la crisis. Esas dificultades económicas que sufrió el conjunto del país no han introducido, sin embargo, grandes cambios en el reparto del pastel, “pero han ayudado a que las situaciones de desventaja cristalizaran y por ello han limitado las opciones de progresar de los más pobres”. Eso implica, precisamente, que el ascensor social no funciona.
Los más vulnerables
¿Y que ocurre con la tan manida clase media? Que no ha sido tan vulnerable como se ha explicado, o que, en todo caso, no se puede hablar de un grupo homogéneo. Las posiciones han cambiado en los dos porcentajes, por abajo y por arriba del propio grupo: “La movilidad para la clase media se produce sobre todo en posiciones dentro de la misma. Sin embargo, la clase media tiene un comportamiento diferente en sus extremos inferior y superior. La vulnerabilidad de la clase media baja ha sido mayor durante la crisis (un 26% de los que estaban en 2008 en la decila 3 cae en la pobreza), mientras que un 28,4% de la decila 8 pasa a las decilas más altas, engrosando las filas de los ricos”.
Salido señala que “no se encuentra evidencia que sustente la idea de un desclasamiento general de la clase media ocurrido al hilo de la crisis, siendo los estratos más pobres los más vulnerables a su impacto”. De nuevo, por tanto, surge una misma idea transversal: el ascensor social, de abajo a arriba, no funciona, y todo queda, con leves variaciones, en compartimentos estancos.
La capacidad de cada país
Los que tenían más renta, han notado la crisis, claro, pero salen de ella con pocos rasguños. Lo que apunta el trabajo de Olga Salido es que “desde el comienzo de la crisis, el 20% de las rentas más altas ha capturado un 1% adicional de renta, mientras que el 20% más pobre ha perdido, precisamente, un 1% de renta”.
Los efectos de las crisis económicas globales, y la que se vivió a partir de 2007 respondía a factores de ese tipo --con el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y en otros países que se habían visto arrastrados-- dependen, sin embargo, de las políticas públicas que puedan implementar los gobiernos nacionales. Esa es la idea de Brian Nolan, profesor en la Universidad de Oxford, autor de un trabajo que ha interesado mucho en España, y del que se hace eco Pau Marí Klose. “Es un interesantísimo argumento, que señala algo que algunos académicos que estudiamos cuestiones sobre desigualdad llevamos apuntando hace tiempo, y es que la evolución de la desigualdad y la afectación de las clases medias depende de condiciones específicas de cada país”, asegura.
Y de eso se trata ahora en España, a partir de que cada fuerza política interprete estudios como el de Olga Salido, del Observatorio Social de la Caixa, con un ilustrativo y explicativo título: Crisis económica y clases sociales: todos perdemos, sobre todo los más pobres.