La llegada de agosto significa que muchos vuelven a las raíces y, con el coche cargado hasta arriba, abandonan las grandes ciudades para volver a la tranquilidad del pueblo. Entre verbenas, tardes de piscina y reencuentros con los viejos amigos hay una conversación que suele estar presente: comprarse una casa propia para huir del agobio que suele suponer compartir baño con toda la familia, hijos, primos y abuelos incluidos.

Desde el comparador financiero HelpMyCash.com señalan que es un buen momento para aprovechar los tipos bajos y financiar una casa en el pueblo siempre que se cumplan los requisitos de hipoteca que exige el banco.

Los ahorros para conseguir financiación

Las hipotecas nunca han sido tan baratas, ni a tipo variable (gracias a la caída del euríbor) ni, sobre todo, a tipo fijo. Pero lo primero que hay que saber si para contratar una hipoteca para una vivienda vacacional es que las entidades financieras suelen dar menos dinero para este tipo de inmuebles.

Actualmente, para una primera residencia el máximo que suelen financiar es un 80% del valor de compraventa o de tasación; para una segunda vivienda, la financiación máxima se sitúa entre un 60% y un 70%. Esto significa que el resto del dinero hasta alcanzar el precio de la vivienda hay que aportarlo de los ahorros, es decir, entre un 30% y un 40% del valor de la casa.

Otros gastos

A todo ello hay que sumarle alrededor de otro 15% para cubrir los gastos de hipoteca y de compraventa. En resumen, para pedir una hipoteca y comprar una casa en el pueblo de veraneo, hay que contar con unos ahorros de entre el 45% y el 55% de su valor. Si bien es cierto que en algunas localidades, sobre todo en zonas más rurales, se pueden encontrar casas con precios muy bajos que harán que ese porcentaje no se traduzca en mucho dinero, hay que tener clara esta premisa.

Por otro lado, hay que recordar que muchas entidades están aprovechando el verano para lanzar una especie de campaña de rebajas en las viviendas que son de su propiedad. Por este motivo, puede ser una buena decisión comprobar si hay alguna de estas viviendas en la localidad deseada, ya que suelen contar con mejores sistemas de financiación. El momento es ideal para comprar una residencia vacacional: las hipotecas están en mínimos históricos y el precio de la vivienda sigue siendo bajo.

¿Otras hipotecas?

Contar con los ahorros suficientes no es lo único a tener en cuenta antes de pedir una hipoteca para segunda vivienda. El banco también tendrá en cuenta los ingresos y la capacidad de hacer frente a la nueva deuda. En este sentido, según recuerdan desde HelpMyCash.com, es fundamental tener en cuenta que el Banco de España no recomienda dedicar más del 35% de los ingresos a hacer frente a las deudas financieras.

Así pues, si ya existe otra hipoteca para la vivienda habitual o un préstamo para pagar el coche o con cualquier otra finalidad, la suma de todos esos importes --más el de la cuota de la hipoteca para segunda vivienda-- no debería superar esa cantidad. Al pedir una hipoteca, no solo se pone en garantía la vivienda que se compra, sino también el resto de bienes personales presentes y futuros, que pueden ser embargados en caso de impago.

Así pues, al igual que al entrar en una hipoteca para la residencia habitual, para comprar una casa en el pueblo y no morir en el intento la clave está en analizar bien la situación y hacer números. La recompensa será el placer de disfrutar del destino de vacaciones con total tranquilidad.