El gabinete nació hace muchos decenios como una gestoría. La visión y liderazgo de Emilio Cuatrecasas lo transformaron en un bufete gigante, uno de los mayores de España, con ramificaciones en varios países. Su especialidad era y es, sobre todo, el ámbito tributario.
En 2011, la fiscalía presentó una querella contra él por fraude en el IVA y el IRPF en los ejercicios de 2006 a 2008; el impuesto de sociedades de Emesa de 2006; y el impuesto de patrimonio de 2006 y 2007.
Trama de trucos
Todo ello porque don Emilio montó una burda trama de negocios simulados a los que cargaba las facturas personales como sus viviendas, barco de recreo, mobiliario, viajes de placer por medio mundo y hasta el servicio doméstico, con la obvia finalidad de soslayar el pago al Erario.
El ministerio público le achacó ocho delitos fiscales y reclamó duras penas carcelarias. El asunto judicial se ponía muy feo para él, pero ya se sabe que los multimillonarios casi nunca acaban entre rejas.
Pacto con la fiscalía
Las poderosas aldabas del personaje hicieron que consiguiera un pacto con la fiscalía, previo reconocimiento de los delitos. Con un pago de 5,6 millones, se acabó el caso. Al final le cayeron dos años de cárcel, pero como carecía de antecedentes penales, no tuvo que visitar la prisión. Cuatrecasas dimitió de presidente de su gabinete en el verano de 2014, vendió sus acciones y se desvinculó para siempre del despacho que fundó su padre.
Durante cuatro decenios, Cuatrecasas asesoró, previo pago de carísimas minutas de honorarios, a una cohorte de empresarios y ciudadanos catalanes sobre los mecanismos más adecuados para optimizar los pagos al fisco. En el ocaso de su fecunda etapa profesional, Hacienda le pilló de lleno con las manos en la masa.