Colonial presentó este lunes sus últimos resultados trimestrales con el perímetro del grupo que conocemos en la actualidad. Este martes hará lo propio con Axiare, la firma de la que controla el 86,8% del capital tras concluir con éxito una oferta pública de adquisición (OPA). Cerrado este capítulo, debe poner en marcha la fusión entre ambas inmobiliarias.
Una operación con la que nacerá un gigante valorado en 11.000 millones de euros. Pero el presidente, Juan José Brugera, el consejero delegado, Pere Viñolas y la directora general corporativa, Carmina Ganyet, deberán resolver cinco retos que actualmente tienen sobre la mesa:
- Definir la fusión. Las juntas de accionistas previstas para los próximos 24 y 25 de mayo aprobaran el proceso. A partir de ese momento se deberá poner en marcha, con cuestiones en el aire en la definición de la operativa diaria. Viñolas ha dejado claro que los resultados semestrales ya se presentarán como una única compañía. Se dispone de cómo mucho seis semanas para completarlo. Además, en agosto se debe operar como una sola compañía.
- Decidir el futuro de la logística. Colonial siempre ha mantenido que su foco de actividad es el mercado de alquiler de oficinas en París, Madrid y Barcelona. Ha abierto la puerta a gestionar coworkings de forma experimental con uno en la capital catalana, pero este equilibrio se rompe con la operación de Axiare. Regresará al sector de los parques logísticos con activos valorados en 300 millones. Hasta la fecha se había mantenido que se pensaba desinvertir, pero Viñolas abrió la puerta este martes a mantener la cartera. “Todo se deberá estudiar”, aseguró.
- Definir el perfil de su proyecto en la M30. Parte de los activos incluidos en el proyecto de inversión Aplha III son dos solares casi adyacentes en la madrileña Méndez Álvaro. El desarrollo en el llamado Distrito Central de Negocios permite promover en el sector residencial. La inmobiliaria afirmó en enero que negociarían con otros actores del sector para decidir si vendían esta parte de la construcción o si estudiaban otras fórmulas. Cuatro meses después, mantienen la incógnita sobre el futuro de los dos edificios cuyo coste de construcción está estimado en 350 millones.
- Completar las emisiones de deuda. Ganyet afirmó que el grupo regresaría en la segunda mitad del ejercicio a los mercado de capitales. Debe hacer frente a un vencimiento de bonos en 2019, aunque no descartan nuevas operaciones para mejorar los intereses. La deuda neta de la inmobiliaria se sitúa en los 4.497 millones, aunque sus gestores afirman que la situación de liquidez es solvente para cancelar parte del pasivo que se heredará de Axiare y cubrir el plan de inversión comprometido.
- Rotación de activos. Las previsiones de Colonial es que la expansión en el sector del alquiler de oficinas se mantendrá como mínimo dos años más. Niega que se esté en una burbuja o que se haya regresado a la época de la fiebre por el ladrillo, como mínimo en su segmento de actividad. El consejero delegado defiende que el grupo no tiene un perfil especulador sino de “creación de valor a largo plazo”. Con todo, reconoce que cuentan con varios activos que han llegado al final del ciclo inversor. Actualmente el 30% de Colonial “está en danza”.