La farmacéutica Almirall celebra hoy por la mañana su junta anual de accionistas, en el hotel Olivia de Barcelona, en la céntrica calle de Balmes. El presidente, Jorge Gallardo Ballart, se presenta ante los socios con unos resultados desastrosos, 303 millones de pérdida, los peores cosechados en sus 75 años de historia.
El grueso del boquete procede de la filial estadounidense Aqua, especializada en productos de dermatología. Almirall la compró en 2014 por 300 millones. En ese momento, las ventas de Aqua rondaban los 90 millones. Hoy se han desplomado.
Los números rojos de Aqua
En 2017, el déficit de Aqua se disparó de 1 a 41 millones. Almirall asigna ahora a su filial norteamericana un valor de 60 millones.
Tampoco la cifra de negocio de Almirall evolucionó de forma positiva durante el pasado año. Se anota un recorte de 764 a 639 millones.
Patrimonio recortado
Debido al quebranto de 2017, los fondos propios consolidados de la compañía experimentan un notable recorte y pasan de 1.520 a 1.133 millones.
Pese a los malos resultados del grupo, la empresa propondrá a la asamblea el reparto de un dividendo con cargo a reservas.
El nuevo hombre fuerte
Una particularidad de la junta de accionistas es que comparece por primera vez el flamante consejero delegado, Peter Guenter. El anterior titular del cargo, Eduardo Sanchiz, pagó el estropicio mediante su destitución fulminante el pasado mes de agosto. Desde enero hasta su salida, Sanchiz obtuvo una paga de 2,9 millones. Su sucesor Guenter devengó por cinco meses de trabajo una retribución de 2,3 millones.
Las acciones de Almirall experimentan este año una revalorización del 22%, hasta los 10 euros por título. Almirall tiene ahora una capitalización de 1.741 millones. Tal valoración representa algo más de la mitad de la que lucía en 2015.