La prensa local catalana se quedará en breve sin otra de sus referencias históricas, el Diari de Sabadell. El propietario del rotativo que empezó a distribuirse en la cocapital del Vallès Occidental en 1976, Ramón Rodríguez Zorrilla, ha anunciado a los 18 trabajadores que aún tiene en plantilla que la última edición que saldrá al mercado será la de Jueves Santo.

Tras esta venta figura una suculenta operación inmobiliaria para los accionistas del periódico local, indican fuentes del entorno del editor. Venderá la sede del Diari, situada en el centro de la ciudad --en el número 37 de la calle Sant Quirze--, por poco más de 1,5 millones de euros. La comercialización ya se ha iniciado. Busca sacar la máxima rentabilidad a la parcela de terreno con la transformación de las oficinas en viviendas particulares.

Conflicto laboral

El cierre se produce en medio de un conflicto laboral que ha acabado ante la Sala Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Los magistrados obligaron a Rodríguez Zorrilla y a los herederos de su socio de control en la compañía, Roman Gamell, a rectificar una primera sentencia favorable a la empresa dictada en Sabadell. Hacía referencia a las cuantías de las indemnizaciones de los trabajadores que han sido despedidos en los últimos años para intentar rebajar el coste de la masa salarial.

Más allá de la disputa por las compensaciones económicas, el alto tribunal ponía en tela de juicio en su resolución las presuntas pérdidas que alega la empresa editora del rotativo local, la sociedad Vallesana de Publicaciones.

Reparto de dividendos

Los magistrados indican que, a pesar de que el grupo alegó que los resultados económicos anuales desde 2008 hasta 2015 arrojaban unas pérdidas acumuladas de 3,57 millones de euros, ha repartido dividendos. Como mínimo en los ejercicios 2011 y 2012, tal y como consta en la sentencia a la que ha tenido acceso Crónica Global.

Advierten, asimismo, de que no pueden verificar las cuentas depositadas ante el Registro Mercantil al no estar auditadas. Otro elemento que genera incertidumbre sobre los resultados económicos reales de la compañía.

Frenazo a las inversiones

Fuentes conocedoras de la gestión de la empresa editora señalan que el grupo había reservado una partida para realizar la renovación de la planta impresora de la publicación en 2007. Cifran en siete millones de euros las reservas, aunque el proyecto nunca se llegó a ejecutar. Indican que la incertidumbre generada por la crisis económica congeló todos los planes de inversión de la compañía. Tanto los que estaban previstos para mejorar la edición en papel como la adecuación del modelo de negocio a la nueva realidad del periodismo.

Diari de Sabadell nunca ha lanzado una edición digital. Los mismos interlocutores señalan que todas las decisiones que se han tomado en los últimos años han ido dirigidas a recortar los gastos fijos.

Reducción de costes

En 2011 se pactó una reducción de jornada para los 22 empleados en plantilla (13 de ellos, periodistas). Un año más tarde se acordó bajar el 20% los salarios, medida que se prolongó en 2013 con un pacto entre las partes. En contrapartida, la empresa editora se comprometía a congelar los despidos individuales que se habían producido.

En ese periodo Diario de Sabadell se transformó en una edición que se publicaba tres veces por semana. En 2016, se decidió reducir el número de páginas de los martes y los jueves, mientras que se reforzó la del sábado. El primer paso para transformar el periódico local en un semanario.

Suscripciones de medio año

Este proceso debía concluir en el ejercicio en curso. Así lo había anunciado Rodríguez Zorrilla después de las vacaciones del verano, pero sus planes han cambiado en los últimos meses. De hecho, este enero ya sólo aceptaron suscripciones para la primera mitad del ejercicio, preludio de anuncio de cierre que se acaba de producir.

Rodríguez Zorrilla habría intentado vender el histórico rotativo local. La última oferta que tuvo sobre la mesa fue la del grupo Prensa Ibérica, que se materializó antes de la crisis. No llegó a buen puerto y nunca se llegó a repetir.