"Saquemos lo bueno de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés). Juntos, Barcelona avanza". En estos términos se expresa Beatriz Artalejo, directora técnica del IQS Tech Transfer, ex máxima directiva de la Asociación Española de Farmacéuticos de la Industria (Aefi) y exdirectiva de Novartis, entre otras firmas. La profesional habla con este medio el día siguiente de conocerse que el regulador paneuropeo recalará en Ámsterdam y no en Cataluña en 2019.
—Pregunta. ¿Qué falló de la candidatura de Barcelona?
—Respuesta. Prácticamente nada. Hasta casi al final fue un dosier imbatible, como dejó claro la propia Unión Europea. Pero topó con el entorno actual.
—Dimensionemos el fiasco. ¿Qué supone para la industria farmacéutica española?
—Atraer esa agencia hubiera reforzado el sector. Si la EMA hubiese venido a Barcelona, los procesos de certificación serían más sencillos.
—¿Cómo pagará la industria farmacéutica esa 'espantada'?
—No hay evidencia de impacto negativo. Simplemente, perdimos una oportunidad de reforzarnos. Al final, la EMA ya estaba fuera de España y el sector trabajaba igual.
—¿No habrá pues parón inversor o efectos sobre el empleo o talento?
—Al contrario. El sector ha aceptado la decisión y se ha ofrecido para ayudar al traslado de la EMA a Ámsterdam. Saldremos adelante.
—Uno tiene la impresión de que es el primer gran golpe de la crisis catalana al sector farmacéutico.
—Lo que es cierto es que hasta ahora la industria había quedado aislada de esa crisis. Hubo algún cambio de sede social, sí, pero no se perdieron empleos, ni se trasladaron puestos de trabajo ni fábricas.
—¿Por qué no ocurrió como en otros sectores productivos?
—Porque la industria farmacéutica tiene un compromiso final, que es con el paciente. Nada en absoluto puede interceder con ese cometido ético. Y si tienes que mover plantas, lo debes hacer sabedor de que debes asegurar la comercialización en la región que dejas.
—¿Ha habido parón de inversiones?
—Lo que ha sucedido es que algunos esperan un poco a que todo se aclare. Pero el sector sigue trabajando inalterado.
—Barcelona y Madrid son los dos principales polos biomédicos de la Península. ¿Cambiará ese reparto?
—Lo dudo. No veo por qué la Ciudad Condal debería dejar de ser un hub farmacéutico. Ni por empresas ni por centros de investigación.
—¿Qué lección debemos sacar del fracaso de la EMA?
—La lección de que cuando trabajamos juntos, Barcelona avanza. Se hizo un esfuerzo titánico y se orillaron divergencias. Ello llevó a la ciudad a las puertas del éxito.
—¿Es el mensaje que enviaría a los políticos?
—Les diría, a todas las administraciones, que extraigan lo positivo de la candidatura y avancen juntas.
—Usted dirige el departamento Transfer Tech del Instituto Químic de Sarrià (IQS). ¿Cómo animaría a un joven investigador decepcionado con la EMA?
—Convenciéndole de que es una lección de vida. Hay veces en las que haces todo lo posible y el resultado no es el deseado. Pero no queda más remedio que seguir.
—¿Es ese otro mensaje para las empresa privadas? ¿El de que continúen investigando?
—En efecto. Primero, porque no se pueden parar las investigaciones en marcha. Y segundo, porque si no presentas una nueva molécula, una nueva prestación sanitaria o una nueva fórmula, lo hará tu rival.