Barcelona lleva camino de quedarse compuesta, con la sede lista (la Torre Gloriès), y sin novio. Los últimos acontecimientos, desde el 17-A al 1-0, 3-0 y lo que venga, están siendo un potente freno a la venida de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Sus 890 empleados, la mayoría muy cualificados, han dejado claro en una consulta legal que prefieren Ámsterdam como nueva residencia.
El ganador de la sede reguladora del mercado comunitario del fármaco, un pastel tras el Brexit que mueve miles de millones, se conocerá dentro de un mes en una votación a lo Eurovisión. El voto será secreto y los 27 estados miembros de la UE tendrán el mismo número de puntos, por lo que las alianzas entre países pueden resultar claves en las tres rondas de votaciones previstas si no sale por mayoría a la primera.
La capital de los Países Bajos, Copenhague, Milán y Viena forman con Barcelona el quinteto de favoritos y mejores cumplidores de los requisitos técnicos esenciales. Pero, según los observadores, serán decisivos los condicionantes políticos como la reubicación en una futura república fuera de la UE o en una España dividida e insegura.
Sede de la Agencia Europea del Medicamento en Londres / EFE
Para los observadores la opinión del personal es decisiva ya que, si no gusta la ciudad a la que mudarse desde Londres, se podría perder más del 70% de la plantilla, con la consiguiente fuga de talento, costes en indemnizaciones y en la renovación. Además, la entrada en punto muerto de la agencia pondría en riesgo la salud de los ciudadanos de la UE.
Inglés y escuelas catalanas
La UE no se ha planteado hasta ahora en serio el escenario de una Cataluña independiente ni las repercusiones del choque de trenes entre los gobiernos central y catalán. Pero tendrá en cuenta los resultados de la reciente consulta al personal, realizada de forma anónima, a favor de Ámsterdam, difundidos en parte por Reuters y la edición europea del medio estadounidense Politico.
La primera cuestión a favor de la ciudad holandesa para los empleados del organismo es algo simple pero fundamental: el mayor uso del idioma inglés. Esta realidad se da de la mano con el uso casi exclusivo del catalán en la administración y, sobre todo, en la escuela pública.
Casi la totalidad de estos trabajadores cualificados tiene un buen dominio de la lengua inglesa, el 60% puede decir lo mismo de de su nivel de castellano, pero apenas un 10% declara conocer el catalán.
Josep María Pou, Dolors Montserrat, Antoni Comín y Jaume Collboni, en el acto de apoyo a la sede barcelonesa de la AEM
Las reservas aumentan por la insuficiente disponibilidad de escuelas internacionales y europeas para los hijos. Actualmente hay 41 pero encontrar plaza en ellos es casi un milagro, según fuentes del sector educativo, ya que se las rifan los 290.000 residentes extranjeros en Barcelona. Además, para el posible empleo de familiares se exige un buen nivel de la lengua catalana
Los empleados valoran sin duda el buen clima y la oferta cultural y gastronómica de la Ciudad Condal, pero también les inquieta la lentitud burocrática, la alta fiscalidad, el coste de la vida y el alto precio de la vivienda, tanto de compra como de alquiler.
Presentación sine die
Las desavenencias --oficialmente “problemas de agenda”-- han dejado suspenso la presentación en público en Bruselas del completísimo dosier elaborado por el equipo técnico de la candidatura, que forman representantes de los ministerios de Sanidad y Asuntos Exteriores, la Generalitat y el Ayuntamiento.
Estaba prevista, como hizo Milán, para los días 25 y 26 de septiembre. Técnicos del departamento que dirige Dolors Monserrat creen que todavía podría exponerse el próximo 16 de octubre “si el lío catalán lo permite”. La declaración de independencia lo dificulta y, de producirse, tendrían que hacerla cada padrino por su lado.
Hay otro problema de fondo que el triunfalismo oficial ha tapado. La Agencia Española del Medicamento que, de momento, tiene todas las competencias en la materia, sería en principio la anfitriona. Pero la Generalitat tiene previsto crear una propia, a modo de futura estructura de Estado, como la Hacienda y la Seguridad Social propias, según costa en el Libro Blanco de la Transición Nacional de Cataluña, que figura en la web la Generalitat.
Torre Glòries cerca de albergar la sede de la Agencia Europea del Medicamento / EFE
Lejos del espíritu del 92
Las tres administraciones pasan de puntillas sobre el efecto que el proceso soberanista pueda tener en las posibilidades de la Ciudad Condal, pero resulta difícil de obviar. Parece haberse esfumado el espíritu de alineamiento institucional que logró justo hace 25 años de la designación de Barcelona como sede olímpica 1992.
El apoyo “total y absoluto” de Mariano Rajoy hace unos meses obedece a que no se creía la llegada de la secesión. Hoy, sus cercanos aseguran que de ninguna manera apoyará una agencia europea para una Cataluña independiente. “Como dice el sentido común, la inestabilidad es un factor muy importante y siempre va a operar a favor. La inestabilidad es difícil que lo haga a favor, operaría en otro sentido diferente”, advirtió hace dos semanas con su peculiar discurso dicotómico.
Desde el Parlament no se ve problema. “El procés no tiene por qué afectar. Sería ilógico por parte de la UE entorpecer. Si conseguimos formar una república catalana le será mucho más beneficioso que la EMA esté en Barcelona, por conexiones naturales, por proximidad”, ha defendido la diputada de ERC y presidenta de la comisión de Sanidad, Alba Vergés.
Pérdidas millonarias
Las cifras que mueve la EMA y pueden irse al traste son mareantes. Cada año celebra más de 500 reuniones a las que asisten de 36.000 expertos, lo que asegura la reserva de 30.000 noches de hotel. Más importante es su valor estratégico dentro de un sector líder en I+D que concentra a las multinacionales más poderosas y de un mercado donde solo la sanidad pública española invierte 16.000 millones de euros al año.
La agencia recomendó la comercialización de 81 nuevos fármacos el año pasado. Además de centralizar las decisiones europeas sobre los medicamentos, sería un imán para las 1.600 empresas que hoy conviven alrededor en Londres, y daría oportunidad a que las empresas españolas se conviertan en proveedores. También supondría que más industrias farmacéuticas se instalarán en nuestro país.
“Como en Eurovisión, la mejor canción no siempre gana y menos cuando el propio candidato boicotea sus posibilidades con su imparable ruta secesionista”, sentencia Miguel Contreras, director de MCBA Management.