Celsa, el gigante siderúrgico español con sede en Castellbisbal (Barcelona), ha obtenido el visto bueno de la banca acreedora para sacar adelante la principal refinanciación en ciernes en este momento en Cataluña. Los participantes del pool darán más tiempo a la familia Rubiralta para devolver los 2.700 millones de deuda con los que iniciaron la operación, pero avisan de que es la última ocasión en que acuden a su rescate.
Si los gestores de la compañía no cumplen con las condiciones impuestas, los participantes se quedarán con la propiedad. La conversión de deuda en capital será la máxima del nuevo convenio, indican fuentes conocedoras de la negociación.
Precisar los tramos del pasivo
Las líneas maestras están definidas. Ahora, queda precisar los tramos del pasivo que asumirá cada una de las entidades que participan en ella. Un detalle técnico que ha puesto de nuevo de manifiesto los recelos en la banca acreedora.
Santander, BBVA, Caixabank, Banco Sabadell y Abanca forman parte de este pool. La entidad presidida por Ana Botín fue la primera en mostrar sus recelos en la operación por sus dudas sobre la viabilidad del negocio. Pero hace un mes ha tenido que repilotar su posición en la operación.
Santander, el principal accionista
De intentar salir de Celsa, ha pasado a ser el máximo acreedor de la compañía. Los mismos interlocutores indican que soporta al entorno del 20% del total del pasivo que está en negociación al sumar la mochila de Banco Popular.
La adquisición de la entidad el pasado 7 de junio afectó de lleno a la refinanciación. La definición de los últimos flecos se producirá a lo largo del verano. Los Rubiralta asumen que no podrán firmar la operación hasta septiembre, como mínimo.
Plan industrial
Disfrutarán de las vacaciones con mayor tranquilidad que hace un año. El mandato de la banca es proseguir con un plan industrial que le obliga a soltar lastre en los negocios menos rentables y en intentar maximizar los beneficios de los core.
Pero a diferencia de hace un año, cuando KPMG afeitó sus previsiones de negocio, la estimación actual ha superado todos los controles de auditoría a los que le han sometido las diferentes entidades.
Crisis del acero y deuda acumulada
Celsa opera en un sector en el que la irrupción del acero made in China en el mercado ha hundido los precios. Las empresas acereras europeas están sumidas en una crisis y acusan a sus rivales de dumping. Una crisis que a la compañía con sede en Castellbisbal le llegó cuando aún no había digerido el pasivo con el que se apoyó para lanzar un ambicioso plan de expansión.
Es la tercera ocasión que los Rubiralta se sientan con la banca acreedora en los últimos seis años para intentar flexibilizar la devolución de los préstamos que arrastra la compañía y comprometen su viabilidad en los términos actuales.
Impacto laboral
Celsa opera en ocho compañías de acería y laminación en España (cuatro plantas), Reino Unido, Polonia, Noruega y Francia. Vende en Europa, América, África y Oriente Medio y sólo en Castellbisbal, sede central de la compañía, trabajan 1.200 personas.
A todos ellos se les ha aplicado recortes salariales y un expediente de regulación de empleo (ERE) temporal para intentar rebajar los costes laborales.