La firma madrileña Haya Real Estate, dedicada a la intermediación en la venta de pisos, obtuvo el año último unas ganancias de 31,3 millones de euros, justo el doble que en el ejercicio precedente.
Dicho resultado equivale al 16% de la cifra de negocio, que alcanzó los 193 millones. Haya tiene activos por valor de 473 millones, fondos propios (capital más reservas) de 108 millones, y una plantilla de casi 500 personas. Tras el cierre de las cuentas, el pasado marzo la sociedad acordó repartir a su accionista 21,4 millones de las reservas de libre disposición.
Un 'fondo buitre'
La firma tiene de socio único a una instrumental holandesa, dependiente en última instancia del fondo buitre de inversiones Cerberus. Haya Real Estate nació para dedicarse a gestionar las enormes carteras de viviendas y locales que acabaron en manos de las entidades financieras.
Cuenta solo con tres clientes, a saber, Bankia, Cajamar y Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), más conocida como banco malo.
Por el acuerdo con Bankia para comercializar sus inmuebles, Haya pagó un precio fijo de 39 millones, más un variable de 12,5 millones en función de una serie de factores.
El contrato con Sareb tiene su origen en un concurso convocado por esa sociedad semipública en 2014 para la administración de sus activos durante cinco años. Haya lo ganó.
Por último, el acuerdo con Cajamar consistió en la compra del negocio de gestión de activos de la entidad, por 225 millones.
Aznar Jr., consejero
Haya fichó en 2013 como consejero a José María Aznar Botella, el hijo pequeño del expresidente del Gobierno, coincidiendo prácticamente con la firma del contrato con Bankia, y antes de que se formalizaran los otros dos. El órgano de gobierno de Haya está presidido por Juan Manuel Hoyos Martínez de Irujo; es consejero delegado Carlos Abad Rico; y vocales, José María Aznar Botella, el banquero Francisco Luzón López, Manuel González Cid, Pieter Korteweg y Cees Maas. El consejo devengó unos emolumentos de 2,1 millones.