Desigual ha reconocido finalmente ante el Registro Mercantil que sus ganancias cayeron el 46% en 2015. Fue el primer ejercicio en 20 años en el que la textil capitaneada por Thomas Meyer, que controla el 90% del capital --el 10% restante está en manos del fondo francés Eurazeo--, pinchó. Los beneficios netos se quedaron en los 65,2 millones frente a los 134,8 millones obtenidos un año antes.
Hasta la fecha, la compañía se había limitado a admitir que las ventas habían retrocedido el 3% en 2015. Pasó de ingresar 963,5 millones a entrar en caja 933,2 millones. Achacó la regresión al agotamiento del modelo de negocio que había emprendido hasta ese momento y que revisó y enfocó a partir de 2015.
Eficiencias y revisión de la actividad
La cúpula de Desigual lanzó un plan de eficiencias y de transformación del negocio para consolidar la cartera de clientes y llegar a nuevos públicos. Esta estrategia también comportó revisar la red comercial, asunto que aún está abierto. Se cerraron tiendas que no eran lo suficiente rentables y han abierto nuevos puntos de venta.
También se puso el foco en las localizaciones y las categorías de producto. El 70% de la facturación de Desigual en 2015 se conseguía en España, Francia, Italia y Alemania. Este perfil no varió de forma sustancial en 2016.
Resultado de 2016
Desigual indicó en marzo que por segundo año consecutivo los ingresos habían caído. La facturación retrocedió el 7,8% hasta los 861 millones, aunque consiguió mejorar el beneficio neto el 9% hasta los 71 millones.
Fuentes internas explican que las menores provisiones que se ejecutaron en el ejercicio permitieron a Meyer mejorar las ganancias, pero remarcan que el resultado se apoya en la contabilidad y no en las ventas. El grupo aún tiene deberes pendientes en el enfoque del negocio. Al plan de transformación aún le quedan tres años de recorrido.