La avalancha de instrumentos de pago que permiten realizar operaciones con tarjetas sin contacto, teléfonos móviles, relojes inteligentes o dispositivos biométricos, y que ha permitido entrar en el negocio financiero a operadores como Apple o Google, no ha conseguido dañar la vigencia del dinero en efectivo como medio de pago. Así lo señala un estudio realizado por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada, que añade que la vigencia del dinero en efectivo va a perdurar en el tiempo y va a resistir el desafío que suponen los medios de pago online.
A pesar de la cruzada que hay en buena parte de la UE contra el billete de 500 euros; de las iniciativas de países como Dinamarca para eliminar el dinero físico; de las medidas para limitar el montante de los pagos en efectivo y de la extendida percepción social de que los que manejan billetes son sospechosos de actividades irregulares, el uso del dinero en efectivo supera todos los embates y tiene asegurada su vigencia.
Mejor reparto de riqueza
El Instituto Coordenadas ha analizado algunas de las características que definen al dinero en efectivo y sobre las que considera que se sustenta su permanencia en el mercado financiero.
Una de ellas es su papel como elemento de compensación en la distribución de la riqueza. El uso exclusivo del dinero de plástico o de los pagos online exigen una bancarización total de las sociedades en las que se aplican, lo que excluye a enormes núcleos sociales que viven ajenos a esa exigencia.
Ningún sistema económico puede, ni ahora ni en el futuro, prescindir de esos núcleos sociales escasamente bancarizados. Sólo el uso de dinero en efectivo, señala el Instituto, permite a todo el mundo estar incluido en el sistema financiero. La inclusión financiera la garantiza el dinero en efectivo.
Expansión del móvil
Esa cualidad de compensador en la distribución de riqueza del dinero en efectivo ha sido ampliamente estudiada. El Instituto recuerda los análisis que señalan el desarrollo de algo tan habitual como la telefonía móvil y su enorme expansión desde la telefonía fija, que se sustenta en el uso del dinero en efectivo.
Tener teléfono fijo suponía tener cuenta bancaria desde la que abonar su uso; gracias al dinero en efectivo el impulso de la telefonía móvil ha sido exponencial, ya que cualquiera puede comprar con billetes un terminal móvil y contratar, también con pago en efectivo, tiempo de uso.
Atada a una cuenta corriente, la telefonía móvil sería hoy privilegio de unos pocos en todo el mundo. El dinero en efectivo iguala a todos en el acceso a la tecnología.
Sostén de la libertad
Una parte del estudio realizado por el Instituto analiza el papel moral del dinero en efectivo en la sociedad actual. Sobre todo en el refuerzo de la libertad personal de cada uno. Tener dinero en el bolsillo otorga poder y libertad a quien lo posee. Puede adquirir lo que quiera sin dejar rastro ni dar explicaciones. Un mundo sin efectivo es una espada de Damocles sobre la libertad individual, señala el Instituto, pues somete al escrutinio de las instituciones hasta los actos más íntimos. "¿Tiene algún poder institucional que enterarse de cuántos libros compro al año y qué literatura me gusta?", señala el estudio.
En un mercado financiero en permanente situación crítica y con la amenaza constante de cataclismos o burbujas, el dinero en efectivo es un factor de compensación cada vez más evidente, indica el Instituto Coordenadas.
La posibilidad de que cualquier ciudadano ante una situación de desconfianza pueda tener la opción de sacar su dinero del banco y guardarlo en su casa es un elemento de defensa individual que está sobre la mesa de los que controlan nuestros destino financiero y funciona como contrapeso en sus decisiones. Sin dinero en efectivo somos rehenes o cautivos de los que manejan, a veces sin escrúpulos, los mercados financieros, reitera el análisis del Instituto.
El caso del euro
La última parte del análisis del Instituto Coordenadas estudia características que son exclusivas del dinero en efectivo y que ningún otro medio de pago tiene en su totalidad. Son las siguientes.
El efectivo es un elemento de cohesión social. Todas las personas utilizan los mismos billetes y monedas, independientemente de su edad, género o clase social. Los países utilizan los billetes para ensalzar su herencia y sus valores y, en muchos casos, la moneda nacional es símbolo de soberanía. En Europa, con una moneda transnacional como el euro, disponer de efectivo que se puede ver y tocar es una forma de intensificación del sentimiento europeísta.
El efectivo es global. Todo el mundo lo puede usar, todo el mundo entiende su funcionamiento y todo el mundo lo acepta, esté donde esté. Se aplica a cualquier transacción comercial y no necesita soporte tecnológico alguno.
Salvaguarda de la privacidad
El efectivo es fiable y genera confianza. Los niveles de inseguridad asociados a falsificaciones son ínfimos en relación con el volumen de billetes emitidos.
El efectivo es la solución para proteger la privacidad y los datos personales. Disponer de efectivo salva las contingencias de los otros medios de pago electrónicos.
En situación de crisis, de colapso de las comunicaciones, el efectivo es el único medio de pago y lo que garantiza la supervivencia económica.
Cautela de las administraciones
El efectivo es eficiente. Es una de las mercancías más manejadas o manipuladas en el mundo entero. Los sistemas de gestión del efectivo se han estandarizado en todo el mundo y no suponen problema alguno. Los niveles de eficiencia en la gestión del efectivo son tan altos que buena parte de los reguladores bancarios de todo el mundo estiman que durante muchos años va a ser la referencia para medir la eficiencia de los otros medios de pago alternativos.
El dinero online o de plástico tendrá que demostrar un nivel de eficiencia similar al que tiene la gestión del dinero en efectivo, resalta el análisis del Instituto Coordenadas. Jesús Sánchez Lambás, vicepresidente ejecutivo del Instituto Coordenadas, asegura que “este estudio revela la plena vigencia del dinero en efectivo y pone de manifiesto la necesidad de que todas las administraciones financieras analicen con mucha prudencia cualquier decisión que afecte a la gestión del dinero físico".
"Hay muchos factores a tener en cuenta --continúa Sánchez Lambás-- y no se puede actuar de forma que masas importantes de la población queden fuera del sistema financiero por frenar el uso del efectivo”.