"Imagina que te dejo en mitad de un desierto de dunas. En el Sáhara, a 62 grados. Con un cuchillo, una cantimplora vacía y un walkie talkie. Yo caminaré un kilómetro por detrás. Llámame solo si me necesitas". Es el relato de Carlos Vico, aventurero de experiencias extremas de profesión. Y fundador de una escuela de supervivencia para empresarios.
Su idea, llevar a directores de compañías que dicen estar sometidos a un gran estrés al fin del mundo. Desiertos, también aguas heladas de Groenlandia y a entornos extremos de todo tipo. Su visión, el paralelismo entre la naturaleza más peligrosa y la fiera competencia empresarial. Quien vence a la sed, el hambre y la fatiga total, sobrevive en la dirección de una empresa.
Vuelta al bosque
Carlos Vico no es un hipster salido de repente. Nacido en un pequeño pueblo de Igualada, aprendió a moverse en el bosque de la mano de su abuelo. A la edad de ocho años, ya sabía qué plantas se podían comer y cuáles no, o cómo rastrear a un conejo o a un jabalí.
Sin embargo, su destino profesional pasaba por la empresa familiar, dedicada a la construcción. Pero 2008 fue un mal año para el sector del ladrillo y eso dio a Vico la oportunidad de aprovechar su habilidad real: desenvolverse en la naturaleza.
Primero vino la empresa de supervivencia, luego se especializó en empresarios porque un influyente hotelero español le pidió que le llevara en una de sus expediciones al Sáhara.
Adaptarse al medio
Vico dio al empresario –recién convertido en su pupilo– una cantimplora vacía. Igual que el cuchillo, eran solo las herramientas que el empresario debería aprender a usar. Por delante, cuatro días de ruta a través de las dunas.
La primera lección de Vico es que "no se trata tanto de buscar agua o comida sino de gestionar la energía que ya tienes". Minimizar el gasto energético mientras se estudia el entorno y se busca la mejor forma de adaptarse al medio. Al cabo de un día, el cabeza de expedición se aproximó al empresario para darle una pista: el viento empuja a las dunas hacia el mismo lado. El color rojizo de la mañana indica la acumulación de humedad: allí es donde hay que colocar la botella para que se llene.
Por un trago de agua
Pero al segundo día, el hotelero, lejos de estar en buena forma física y con nula experiencia en desiertos, cayó deshidratado. "Se desplomó, creyó que había llegado su fin". El maestro de expediciones preguntó a su pupilo: "¿Cuánto me das por un traguito de agua?". El empresario contestó que lo que quisiera, que todo lo que poseía.
"Todo lo que tienes en esta vida, por lo que has trabajado, no tiene más valor que un trago de agua. Trabajamos a diario por comida y agua. Lo único que de verdad ganas no es dinero sino tiempo. Y tú decides en qué inviertes tus horas", reflexiona Vico.
"Las charlas de coaching se olvidan en 48 horas. Una experiencia así es para siempre", sentencia Vico. Al regresar, no solo le cambia la vida al empresario. Cambia su gestión de la plantilla y, por ende, la vida de sus subordinados.
Metodología ‘parepia’
La filosofía de Vico pasa por sustituir el mecanismo inconsciente que llama de "inmovilidad-lucha-huida-sumisión" por el proceso consciente de "parar-respirar-pensar-actuar" (que sintetiza en el acrónimo parepia).
Con más de 730 alumnos que han pasado por su escuela en seis años, el aventurero asegura que esta metodología ha ayudado tanto a niños con problemas de adaptación como a mujeres maltratadas. Los empresarios no iban a ser una excepción.