La fuga de talento es una de las principales preocupaciones de las economías que se esfuerzan por salir de la crisis. Es el caso del sur de Europa y el norte de África, que se afanan en dar con la fórmula para evitar la emigración de sus trabajadores y empresarios más preciados. La movilidad del intelecto ha aumentado un 25% en la última década y se prevé que alcance un 50% en 2020.
Las reglas del mercado laboral han cambiado. Por un lado, la expatriación forzosa por la carencia de empleo cualificado. Por otro, los modelos empresariales cada vez más internacionalizados, que mudan a sus empleados a sucursales extranjeras donde sacan más rendimiento. El análisis de este fenómeno ha centrado el Primer Foro de Capital Humano que se ha celebrado en el marco de la Semana Mediterránea de Líderes Económicos, que acoge Barcelona del 30 de noviembre al 2 de diciembre.
Desconexión educación–mercado laboral
La desconexión entre instituciones educativas y mercado laboral es una de las causas más evidentes de desempleo cualificado. “Una educación que potencie el talento hacia lo que el mercado necesita será nuestro reto para los próximos años”, ha asegurado la experta en el sur de Europa y el norte de África, moderadora de la mesa de debate, Nina Heindrichs.
Solo la actualización de los perfiles técnicos, la incorporación de nuevas especializaciones y la mayor inversión en carreras con más posibilidades de inserción laboral pueden evitar el desperdicio del talento, según Heindrichs, directora regional de la empresa de comunicación sueca BBi Communication, que ofrece asesoría a compañías para la formación intercultural de su plantilla.
Cuidar el talento adulto
Los jóvenes suelen acaparar los titulares sobre expatriados en busca de empleo. Esto se debe a que las cifras de paro siempre son más altas entre los recién incorporados al mundo laboral –tienen menos experiencia, el despido es más barato--. Pero el talento también tiene edad adulta. Perfiles técnicos o de sectores en declive, como la construcción de viviendas o infraestructuras, sufren la carencia de puestos cualificados.
Para este perfil de trabajador no joven y cualificado es más difícil tomar la decisión de salir del país en busca de trabajo. Por un lado, las probabilidades de haber generado arraigo familiar, incluido descendientes. Por otro lado, un mercado laboral más exigente de lo que era cuando consiguieron su primer puesto. La actualización profesional se suma al conocimiento de idiomas.
De Europa a África – o América, o Asia
Pero el principal obstáculo a la hora de tomar la decisión de trabajar y vivir en el extranjero es el desconocimiento. La falta de información es fuente de inseguridades y hasta miedo. En el caso de la movilidad de trabajadores desde Europa hacia otro continente, la inestabilidad política y económica son las causas señaladas más a menudo, según los expertos reunidos en La Llotja de Barcelona, donde se ha celebrado la cumbre de líderes económicos.
Los países en desarrollo de América y Asia son los que más demandan, por ejemplo, perfiles técnicos para construir infraestructuras. Las largas distancias son un desincentivo para las familias. Pero incluso cuando se trata de países dentro de la región mediterránea, la confusión que siguió a las llamadas primaveras árabes hace que trabajadores europeos sean reacios a mudarse allí.
Asesoramiento intercultural
La movilidad laboral es una realidad con la que el talento, las empresas y las instituciones deben lidiar. Por eso, cada vez son más comunes servicios como el de la Cámara de Comercio de Barcelona, que ofrece un asesoramiento intercultural que prepara a empleado y empresario para ejercer su profesión más allá de sus fronteras. La consultoría revisa y corrige los estereotipos culturales y estilos comunicativos que los profesionales de las empresas exportadoras tienen sobre la cultura de su mercado de destino.
La Cámara de Comercio de Barcelona organiza la 10ª Semana Mediterránea de Líderes Económicos, junto con la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria del Mediterráneo (ASCAME), la Unión por el Mediterráneo (UpM) y el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed), con la colaboración de los Fondos FEDER y de la Cámara de España.