Barcelona quiere ser la nueva City. La incertidumbre reina en Europa como consecuencia del voto de Reino Unido a favor de salir de la Unión Europea (UE). Pero los economistas catalanes ve con optimismo la marcha de Gran Bretaña. Su esperanza es que las grandes empresas y los organismos internacionales asentados en Londres se muden sus sedes a la capital catalana.
A pesar de las dificultades que supondría una eventual salida de Reino Unido del mercado común, los economistas catalanes son optimistas. El replanteamiento de la libre circulación de bienes y personas, con las dificultades que puede suponer para comercio y turismo, se compensarían por algo que solo ellos auguran: la Ciudad Condal captará el capital que huya de Londres.
Barcelona se queda con lo que Londres pierde
“El impacto positivo del Brexit se debe a la atracción de Barcelona para empresas y organizaciones que puedan abandonar Gran Bretaña”, resume Àngel Hermosilla, director técnico de la encuesta del Informe de Situación Económica de otoño de 2016 elaborada por el Colegio de Economistas de Cataluña. Los resultados de este estudio señalan que un 48% de los colegiados cree que el Brexit tendrá un efecto neutro sobre la economía catalana; un 27% cree que las consecuencias serán positivas, y solo un 24% cree que serán negativas.
Este es el estudio más optimista publicado hasta la fecha en España. Las esperanzas de esta entidad, que se ha posicionado a favor del proceso independentista con anterioridad, descansan en multinacionales asiáticas y estadounidenses, así como en instituciones europeas e internacionales. “La ubicación geográfica, el buen clima, el tejido social, económico y educativo, y el atractivo especial” son las fortalezas de Barcelona para atraer capital extranjero, según explica Hermosilla.
Por ahora, bajada de turismo
“A corto plazo, el Brexit tiene un efecto negativo. El encarecimiento de su producción perjudica las exportaciones”, explica el economista José Carlos Díez, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares. Se remite a datos como la depreciación de la libra: el euro está a 0,84 libras esterlinas ahora, después de que alcanzara el mínimo de 0,766 el mismo día del referéndum.
La incertidumbre sobre cómo se gestionará la salida también toma forma tangible en la bolsa de valores de Londres. En los más de cinco meses que han pasado desde el 23 de junio, día de la votación, raros han sido los días de leve subida. La media de variación diaria en este tiempo ha sido del –0,14%.
La repercusión inmediata de estas cifras es que el poder adquisitivo del británico ha disminuido en el extranjero, y por tanto hacer turismo le sale más caro. Por ejemplo, el invierno pasado, un residente de las islas volaba a Lleida para esquiar en Andorra por 400 libras. Este año, el mismo paquete le puede costar 600 libras, según el Aeropuerto de Lleida-Alguaire, tal y como contó Crónica Global.
El 'Brexit' no existe (aún)
“De momento, el Brexit no existe”, señala el investigador principal para Europa en el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Pol Morillas. Se trata de un mero plan y todo dependerá de a qué acuerdo llegue el Gobierno británico con la UE, en un proceso que comenzará en marzo de 2017. El proceso de desconexión de Europa, en caso de prosperar, tardaría un mínimo de dos años, pero puede ser de más del doble.
Si nos remitimos a los antecedentes, llegar a un acuerdo puede suponer años de negociaciones. Morillas señala el ejemplo de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) o la firma del tratado bilateral de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá (CETA).
El populismo del temor económico
“Las empresas se marcharán o no en función de cómo se haga el Brexit. No es solo que no se puedan prever las consecuencias, es que no sabemos las consecuencias de qué estamos analizando”, sintetiza el economista Fernando Guirao, doctor de la European University Institute y profesor. Guirao va un paso más allá y califica de “ridículo” un informe que hace “ciencia ficción” y futurología.
El profesor de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona lamenta que esta clase de informes contribuyan al “descrédito de los expertos” y lo atañe a un “problema del populismo” que se beneficia de infundir temor sobre la incertidumbre.
La incertidumbre de Barcelona
Si la incertidumbre en Londres provoca la fuga de capital, entonces, ¿por qué mudarse a Barcelona, que vive su propia incertidumbre a raíz del proceso de independencia? Para Hermosilla, director de la encuesta del Colegio de Economistas, no cabe comparación. Considera que el despegue de Gran Bretaña de la UE ya es un hecho –algo con lo que todos los demás economistas consultados discrepan, ya que aún se debe aclarar si el Gobierno de Theresa May culmina el plan--. Sin embargo, Hermosilla asegura que es demasiado pronto para analizar si habrá fuga de empresas de Barcelona en el supuesto de la independencia.