La economía española mejora sus perspectivas para el cierre de 2016 y crecerá este año a un ritmo del 3,2%, según las nuevas previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La revisión de las perspectivas supone una mejora de cuatro décimas desde las últimas proyecciones presentadas el pasado mes de julio.
La investidura de Mariano Rajoy como presidente después de casi un año de incertidumbre alivió las presiones europeas sobre el cumplimiento del déficit. Pero más allá de este corto plazo, las expectativas de crecimiento se mantienen en el 2,3% para 2017 –ocho décimas menos– y la expansión prevista es del 2,2% para 2018.
Esta revisión de las proyecciones de crecimiento de la OCDE coincide exactamente con las previsiones tanto del ministro de Economía Luis de Guindos como las de la Comisión Europea.
Metas de déficit inalcanzables
Sin embargo, la OCDE discrepa con Madrid y Bruselas en el cumplimiento del objetivo de deuda pública y otorga a España un "margen limitado" de expansión fiscal. Con el desequilibrio negativo de las cuentas públicas del 4,6% este año que la OCDE augura, España ya cumpliría el objetivo acordado con la Comisión Europea.
Pero la institución prevé que España no cumplirá sus compromisos de déficit en los próximos dos años: para 2017 prevé un -3,6% cuando el objetivo es del -3,1%; para el 2018, la previsión es del -2,9%, frente al 2,2% fijado como meta.
Euforia a corto plazo, obstáculos a largo plazo
El principal impulso viene procedente de la demanda doméstica. La categorizada como "fase expansiva" de la economía española continuará en 2017 y 2018. Sin embargo, el ritmo de crecimiento se ralentizará por el debilitamiento de factores que habían apoyado el consumo, incluyendo los bajos precios del petróleo o las bajadas de impuestos.
En un plazo medio, un Gobierno en minoría tiene menor capacidad para acometer las reformas que considere necesarias, si sus socios de gobierno no están de acuerdo. La dificultad para seguir una política económica definida puede obstaculizar un crecimiento sostenido.
El paro y los impuestos
La tasa de paro de España bajará en 2016 hasta el 19,6% y hasta el 17,7% un año después, para situarse en el 16,4% en 2018. La tendencia es descendente pero tan paulatina que la OCDE recomienda prudencia al celebrar este porcentaje aún tan elevado. El desempleo de larga duración y entre los menores de 25 años sigue siendo el más dramático.
Para solucionar el paro, la institución pide al gobierno español reformas para una sostenibilidad fiscal a medio plazo, combinada con reformas de la estructura de impuestos y gastos. La OCDE sugiere rebajar las contribuciones a la Seguridad Social para trabajadores con remuneraciones más bajas, ampliar las bases de los impuestos sobre la renta, sociedades y el IVA, además de hacer mayor uso de impuestos medioambientales.
España, sensible a Trump y al Brexit
Pese a la estabilidad plasmada en la foto de hoy de la OCDE, la institución advierte de la sensibilidad de España a los acontecimientos que ocurren más allá de sus fronteras. Los costes del servicio de deuda se mantienen por encima del 100% del PIB con el horizonte actual.
Las previsiones de la OCDE apuntan a que la deuda pública española alcanzará este año el 101,3% del PIB, subiendo el próximo año hasta el 102,1% y hasta el 102,2% en 2018. Pero una vuelta de las turbulencias a los mercados financieros internacionales, como sucedió con el resultado del Brexit o la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU, podría lastrar la confianza e incrementar los costes del servicio de la deuda.