“Estafadores desaforados y profesionales”. Así los definen algunos de los despachos de abogados que pelean desde hace años contra las tretas de los hijos del fallecido José María Ruíz-Mateos para ganar dinero de la mano de otros empresarios o inversores que también buscan duros a cuatro pesetas.
El patriarca lo diseñó. Sus abogados le dieron cobertura jurídica al asunto. Y los hijos mantienen el grifo abierto de esta práctica torticera que ya ha sido bautizada como “Operación palanca”.
Estafa en marcha
En Barcelona, Zaragoza, Madrid, Sevilla y Valencia, se tramitan una veintena de querellas criminales (también demandas civiles), por esa cuestión que vendría a ser la versión financiera y de altos vuelos del timo del tocomocho más mundano y tradicional.
El diseño de la trama es el siguiente: en primer lugar, se montan despachos profesionales en las ciudades elegidas para ejecutar el plan. A continuación, difunden mensajes publicitarios en los que bajo el nombre de la controvertida Nueva Rumasa o simplemente con el apellido Ruiz-Mateos como aval, los hijos del fallecido magnate se avienen a comprar alegremente las participaciones minoritarias de inversores o empresarios que, por el motivo que sea, tienen urgencia por vender.
Compro, pero sin dinero
Establecido el contacto se acuerda lo siguiente: el comprador formaliza un documento de compra y venta de las acciones por el precio pactado con el vendedor. Nunca hay discusiones: los Ruiz-Mateos pagan sin discusión el precio que el vendedor quiera fijar. Pero no se materializa el pago, sino que se oficializa en un documento que el vendedor, preceptivamente, ha de presentar ante el socio mayoritario de la empresa que, según estipula la ley que regula las sociedades limitadas, puede ejercer el llamado “derecho preferente de adquisición”, lo que se podría asimilar con el derecho de tanteo.
Según lo previsto en la estrategia de los estafadores, los socios mayoritarios pueden, entonces, adoptar varias opciones.
O pagas, o pagas…
Por un lado, igualar o mejorar la oferta para quedarse, ellos, con el paquete accionarial que está a la venta. Los Ruiz-Mateos, para ese supuesto, ya han acordado con el accionista minoritario, el cobro de un 10% de comisión del montante la operación. La estafa consiste en que el accionista mayoritario, de alguna forma, se ve forzado a comprar unas acciones que no tiene presupuestadas ni tenía voluntad ni previsión de adquirir. En caso contrario (si no las compra), ¿qué sucedería? Pues que si el mayoritario no ejerce el derecho preferente de adquisición tendrá que asumir el hecho de que los Ruiz-Mateos, clan desprestigiado en todos los círculos económicos y financieros del país, entrasen en el capital y en ocasiones en el consejo de administración de su compañía, con las complicaciones que de esta presencia podrían derivarse ante bancos y proveedores.
Dinero contra los Ruiz-Mateos
La disyuntiva es clara. O los accionistas mayoritarios compran o se arriesgan a que un socio nuevo, probablemente pendenciero y bien asesorado legalmente, busque las vueltas de los mayoritarios. Lo más normal es que éstos terminen por comprar a los minoritarios por un precio razonable, evitando así las previsibles complicaciones cotidianas que supondría tener a los hijos de Rumasa en sus juntas de accionistas.
Muchos minoritarios han picado el anzuelo, siendo cómplices del clan Ruiz-Mateos en esta estratagema que nació con el patriarca en vida pero que continua vigente tras su fallecimiento.
Las primeras sentencias conocidas apuntan a contundentes condenas.