Impulsar el comercio local, financiar iniciativas solidarias, promover el ahorro energético, salir de la crisis y estimular la circulación de dinero en la propia ciudad. Estas son algunas de las razones que han llevado a numerosas poblaciones europeas a apostar por la moda de las llamadas monedas locales. Para establecer un sistema así se necesita un nombre pegadizo, una inversión inicial potente y la colaboración de ciudadanos y negocios.
Colau llegó al Ayuntamiento de Barcelona con la propuesta de implantar la moneda local; la prueba piloto se iniciará en algunos barrios entre 2017 y 2018. Pero no es la única ciudad catalana que se ha sumado a la tendencia. Viladecans (Barcelona) pondrá en circulación sus primeros vilawatts entre mayo y agosto del año que viene, y Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) espera también que en 2017 se empiecen a realizar los primeros pagos a particulares con su divisa, que todavía busca nombre a través de un concurso popular.
Trasfondo social
Pueden ser monedas digitales o físicas; la iniciativa es pública o privada; existe la posibilidad de que pueda cambiarse por la moneda existente o no; sus usos pueden ser generalizados en la ciudad o limitados a la actividad privada. Las modalidades son muchas. La motivación no es política, sino social, y la moneda de Barcelona no será una excepción.
El plan económico de Ada Colau ya especificaba cuando entró en la alcaldía que se llevaría a cabo esta iniciativa y que el objetivo era impulsar la economía social. Lo mismo pasa en Santa Coloma de Gramenet, dónde se destinarán 20 millones de euros a retribuir una parte del salario de los funcionarios con moneda local. En ambas poblaciones, el método será electrónico e impulsado por los consistorios.
Ahorro energético
En el caso de Viladecans también se trata de una iniciativa municipal, pero la moneda será física, en forma de billetes, según explica José Luis Atienza, teniente de alcalde de Medio Ambiente de la localidad de la provincia de Barcelona. “Lo que realmente queremos es visibilizar cómo repercute el ahorro energético en el bolsillo de los ciudadanos, que puedan tocar y gastarse el dinero que no invierten en luz y gas”, asegura.
Por esta razón, la creación de los vilawatts forma parte de un proyecto más amplio, que pretende promover la rehabilitación energética de edificios. El funcionamiento es sencillo: “Compararemos cuánto ahorran los que han introducido mejoras con respecto al año anterior y convertiremos la mitad de esta cantidad en dinero local, que los ciudadanos podrán gastarse en comercios de barrio e incluso en pagar impuestos”.
Popular en Europa
Los ejemplos en la Unión Europea son muchos. El sardex fue la moneda que ayudó a Cerdeña a salir de la crisis desde 2010. Desde entonces, han proliferado las ciudades italianas que prueban el mismo modelo. Francia tiene también varios ejemplos: los sol-violette en Toulouse se entregan a cambio de euros y los sonantes pretenden revitalizar la economía de Nantes.
Aunque los nombres con los que han dado los británicos para sus monedas locales son menos originales, también forman una larga lista: bristol pound, brixton pound, exeter pound, lewes pound, stroud pound, totnes pound y cardiff pound son algunos ejemplos.