La polémica por las donaciones a la Fundación Clinton ha salpicado a una de las principales cadenas hoteleras españolas, el Grupo Barceló.
Y, de rebote, ha dejado al descubierto el fracaso de la presunta estrategia lobista puesta en marcha por la empresa para asaltar el mercado estadounidense.
La polémica en torno a la fundación
En los últimos meses, y en el marco de la campaña electoral para la presidencia de EEUU que culmina este martes, se han filtrado documentos que apuntaban la existencia de un supuesto entramado de opacas conexiones entre los donantes a la Fundación Clinton, las acciones de Hillary Clinton como secretaria de Estado (2009-2013) y el patrimonio personal del matrimonio Clinton.
Según Donald Trump, los donantes habrían tenido un acceso privilegiado a su rival en la carrera presidencial durante su etapa como secretaria de Estado del Gobierno de Barack Obama. La acusación lanzada --y negada rotundamente por la exsenadora-- es muy contundente y concluye que hubo intercambio de favores. A principios de este año, el FBI recomendó una investigación penal ante la posibilidad de que se hubiese incurrido en un conflicto de intereses pero, finalmente, el Departamento de Justicia lo desestimó.
El donante Simón Pedro Barceló
A lo largo de su vida, la Fundación Clinton --creada en 2001 por el expresidente Bill Clinton con fines filantrópicos-- ha recaudado alrededor de 2.000 millones de dólares y cuenta con un presupuesto anual de más de 200 millones. Entre sus donantes hay ONGs, fundaciones, corporaciones, gobiernos --algunos de ellos sospechosos de financiar al Estado Islámico, como Catar y Arabia Saudí-- y empresarios a título personal.
Entre los donantes españoles sobresale un nombre, el de Simón Pedro Barceló. En la lista publicada en 2008 por la fundación aparecía el copresidente del Grupo Barceló con una aportación a título personal de entre 500.000 y un millón de dólares. Es el único español que ha realizado un donativo significativo a la organización de los Clinton, mayor incluso que los efectuados por diversas empresas españolas. Pero, ¿se trata de una donación altruista o tal vez no tanto?
La aventura fallida de Barceló en EEUU
Lo cierto es que Simón Pedro Barceló mantenía una estrecha relación con el exmatrimonio Clinton, hasta el punto de que el empresario había ejercido de anfitrión de ambos más de un verano en la villa que tiene en Mallorca. Pero también es cierto que, en aquella época, el Grupo Barceló estaba intentando introducirse en el complicado mercado hotelero de EEUU. Una operación que se antojaba aún más difícil debido a las barreras legales que el país imponía a las empresas que comerciaban o invertían en Cuba, donde el grupo español tenía varios hoteles.
La aventura estadounidense del Grupo Barceló comenzó en 2002 --más allá de un tímido intento realizado unos años antes comprando un hotel en Washington-- con la adquisición de la operadora Crestline Capital, que entonces gestionaba alrededor de medio centenar de hoteles en la primera economía mundial.
A pesar de todos los esfuerzos realizados durante años, Crestline nunca llegó a superar el centenar de hoteles administrados, y el grupo decidió dar un paso atrás en 2014 vendiendo el 60% de la operadora a un fondo de inversión. En la actualidad --como antes--, esa inversión genera una parte marginal de la facturación del Grupo Barceló, que cerró 2015 con una cifra de negocios de 2.480 millones de euros.
El grupo niega haber actuado como 'lobista'
Fuentes autorizadas del grupo hotelero han admitido a Crónica Global una cierta decepción por no haber podido conquistar el mercado estadounidense y lo han atribuido a que su idiosincrasia lo hace especialmente complejo y hostil para las empresas extranjeras. Pero no han descartado volver a la carga en un futuro próximo.
En todo caso, esas mismas fuentes han negado rotundamente que la donación de Simón Pedro Barceló a la Fundación Clinton tuviera como finalidad la de intentar influir en el Gobierno estadounidense para facilitar la entrada de su grupo hotelero en ese país.