Sol Daurella es la presidenta y principal accionista de Coca-Cola European Partners, el holding embotellador de refrescos que cotiza en la Bolsa de Londres desde junio pasado y que controla el mercado en Europa. La marca de Atlanta, sin embargo, siempre ha mantenido una peculiar relación con sus distribuidores regionales, ya que se ha reservado en los contratos las acciones relativas al marketing y a la actuación de lobby global. De ahí que fuentes de la compañía atribuyan la recuperada presencia pública de Marcos de Quinto en los medios españoles como un regreso coyuntural del vicepresidente ejecutivo a la arena europea con el objetivo de cubrir la escasa experiencia de Daurella y su equipo en esas lides.
De hecho, la empresaria catalana se mantiene siempre en un plano discreto y poco dado a la defensa y representación de la compañía en actos y convocatorias públicas. Todo lo contrario a De Quinto, quien tras la fusión de los embotelladores españoles y las presiones de Daurella fue repescado por la cúpula de la multinacional dada la tensa y escasa relación que existía entre ambos dirigentes españoles.
Presión contra De Quinto
La actual presidenta de los embotelladores europeos presionó con interés e insistencia ante el presidente del grupo mundial para lograr que el que había sido hombre fuerte en España desapareciera del escenario español en 2014. No contaba, en cambio, con que Muhtar Kent, presidente mundial de Coca-Cola Company, decidiera sentarlo a su lado y hacerle responsable del marketing del grupo para todos los mercados.
Experto en el 'lobby'
De Quinto, sin embargo, es un experto en moverse por pasillos y despachos, incluso en travesías de desierto. Fue él quien consiguió frenar una de las iniciativas que puso en marcha el Gobierno catalán que, bajo la presión de ERC, a punto estuvo en la primera legislatura de Artur Mas de incorporar un impuesto específico y autonómico para los envasadores de refrescos. Puso a boicotearlo a toda la patronal y al aparato mediático que su capacidad inversora le permitía, hasta que el asunto quedó diluido. De poco sirvieron las presiones del empresario Carles Vilarrubí, esposo de Daurella y amigo personal de Mas. Lo que acabó pesando fueron las actuaciones vía sector y medios para disuadir al Ejecutivo catalán de aquella iniciativa.
Sin embargo, ese impuesto vuelve a sobrevolar el futuro de los embotelladores de Coca-Cola. El azúcar que incorporan sus productos vuelve a estar en el punto de mira, pero no ya autonómica, sino en un plano muy superior. Las autoridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han recomendado de forma reciente gravar los productos con alto contenido de azúcar como un método de reducir las afectaciones en la salud (obesidad, diabetes de tipo 2 y la caries) que produce su consumo.
Combatir el impuesto
No extraña, por tanto, que en el regreso a España de De Quinto sus principales objetivos fueran combatir esa posibilidad. La semana pasada participó en un congreso de Aecoc, una asociación española de empresas de gran consumo, en el que lanzó toda su artillería dialéctica contra esa posibilidad.
“Si el problema es el azúcar, que se grave todo lo que tenga azúcar, pero que no se discrimine y singularice en algunos productos únicamente, porque si el azúcar es malo, lo será en cualquier producto”, dijo en una entrevista concedida a la agencia de noticias Efe. Es más, recordó que en los países en los que se había intentado, “no había funcionado”.
“Lo que la gente sí tiene que tener es información para poder controlar cuáles son sus niveles de ingesta. Como compañía, nos encanta la transparencia y en nuestros envases se informa de los niveles de azúcar. Ojalá el resto de la industria se moviera en la misma dirección, con la misma transparencia, para facilitar las decisiones informadas de los consumidores”, argumenta el directivo mundial del grupo de refrescos.