Lío en España a raíz del lanzamiento de una app para compartir y valorar memes por supuesto plagio. La polémica es de tal magnitud que sacude el ecosistema de inversores que se ha creado alrededor de los emprendedores. A tal nivel han llegado las acusaciones mutuas que los implicados intercambian por ahora burofaxes y amenazan con derivar la cuestión hacia la primera batalla legal por la propiedad intelectual y el derecho al honor del país en este sentido.
Por un lado, se encuentra la emprendedora Miriam Lao. Con su aplicación Ingenius logró una plaza en una de las aceleradoras de compañías más famosas del país, Wayra, de Telefónica. Allí, en un demo day, uno de los mentores de la iniciativa le habló del proyecto que habían iniciado hacía un año con ocho colegas del mismo sector para coordinar sus inversiones en iniciativas que les parecían interesantes, Toubkal Partners, y le invitó a dar a conocer la app para conseguir respaldo económico.
Presentación de la aplicación
Lao les presentó la oferta en una reunión del consejo que tuvo lugar antes de las vacaciones de verano. “Al acabar, Sacha Fuentes nos comentó que se parecía mucho a un modelo con el que él estaba trabajando y que se abstenía por un conflicto de intereses”, indican los portavoces de la sociedad inversora. Con todo, según los mismos interlocutores, dejó la puerta abierta a que se prosiguiera con la inversión a título individual si había algún interesado.
Así ocurrió con David Baratech, uno de los ocho socios del proyecto. Se puso en contacto con Lao y ésta le facilitó el acceso a dos plataformas que contenían la analítica de usuarios para que pudiera comprobar si resultaba una inversión interesante o no. Entró y, al verificar que se trataba de una aplicación que estaba “en una fase de implementación muy incipiente”, decidió que no era el momento ideal para participar económicamente del proyecto.
“Error de principiantes”
Lao le remitió más información para demostrar que Ingenius tenía recorrido por el interés que suscitaban este tipo de aplicaciones en el mercado pero, igualmente, no consiguió ningún respaldo económico.
El problema --“error de principiantes” o “exceso de confianza”, según los inversores-- fue que no le comunicaron a la emprendedora ni el conflicto de intereses que había manifestado Fuentes ni que Baratech se estaba interesando en su proyecto a título individual. “Tenemos experiencia en la inversión, pero no somos profesionales; dedicamos el 0,5% de nuestro tiempo a ello y el resto a los respectivos proyectos personales que tenemos en marcha”, añaden.
Campaña en las redes sociales
Cuando en septiembre Fuentes sumó Memeo a las comunidades verticales que puso en marcha desde el pasado enero, los emprendedores de Ingenius se mosquearon por lo que consideran que es una copia de la aplicación. ¿De la idea? No, hay miles muy parecidas tanto dentro como fuera de España. Iniciaron una campaña en redes sociales, que ha ido in crescendo en las últimas semanas, en la que acusan a Toubkal de haberse quedado con su diseño al tener acceso a su plataforma, ya que además de las analíticas de usuarios también incluía los códigos, el esqueleto de la aplicación.
El equipo de inversores no se ha quedado de brazos cruzados. Se sienten injustamente acusados. Reprenden la actitud de Lao por iniciar lo que consideran una campaña de desprestigio que ha salpicado a otros proyectos con los que están vinculados, como la primera aceleradora que nació en España de la que todos son mentores, Seedrocket. Especialmente, por que no se puso en contacto con ellos para comunicarles que ambas ideas eran parecidas.
Demandas cruzadas
Niegan de frente las acusaciones vertidas y se preparan para la batalla en los tribunales. Por ambos lados. Fuentes ha depositado el código de todos los verticales que ha lanzado (y que también usará para otros que tiene en cartera) ante notario para demostrar, si llega el momento, que no tiene nada que ver con el trabajo de Ingenius; y los creadores de la start up aseguran que sus abogados preparan una demanda sobre propiedad intelectual.
A su vez, Fuentes le ha remitido un burofax al que ha tenido acceso Crónica Global en el que le reclama que cese en la “divulgación y comunicación de expresiones e intromisiones ilegítimas que supongan un menoscabo al honor personal” y que rectifique. Incluso le piden que haga lo propio por su perfil de Twitter, algo a lo que Lao no está dispuesta.
Profesionalización de la inversión
“Tengo la conciencia muy tranquila, no hice nada malo”, asegura Fuentes. Lamenta que la situación haya “salido de madre” y que se tenga que recurrir a los tribunales. Por ahora, esperan una respuesta formal de Lao antes de dar el siguiente paso.
Acabe como acabe el caso, aseguran que deberán profesionalizarse mucho más los procesos para identificar y decidir en qué aplicación invierten a pesar de que no sea plato de buen gusto para ninguno de los presentes. Tomarán más distancia con los emprendedores y se protegerán más para no tropezar dos veces con la misma piedra.