El último ranking de facturación de los bufetes de abogados en España arroja como dato más significativo que los grandes españoles de la abogacía están en situación de crecimiento mínimo, o más bien estancamiento.
La clasificación la encabeza el bufete Garrigues, con una tasa de crecimiento de apenas un 0,3% respecto al año anterior; le siguen Cuatrecasas, Gonçalves, Pereira, con una subida del 3,5%; Uría, con apenas un 1,4%; Gómez Acebo-Pombo, con un alza del 2,5%, y Roca Junyent con subida del 1,1%.
Las verdaderas causas del parón
Cientos de letrados, planes de expansión, alianzas de todo tipo, campañas de posicionamiento en el mercado para unos resultados tan exiguos. ¿Cuáles son las causas de esta situación? Los expertos consultados señalan una especie de fosilización del mercado de los grandes bufetes españoles.
Sus cliente son siempre los mismos, año tras año. Clientes que por diferentes causas necesitan un membrete de postín en sus asesoramientos jurídicos, enfrascados en una rutina de pedir siempre lo mismo a sus abogados y que nadie cuestiona.
Máquinas deshumanizadas
A los grandes no les entran nuevos clientes, esa es la percepción generalizada que hay en el sector de la abogacía consultada. Y, ¿por qué? La cuestión precio es un elemento disuasorio ineludible de considerar. Pero, sin embargo, la atención al cliente se ha convertido en un problema mayor que muchos destacan a la hora de explicar esta situación.
Los grandes se han convertido en máquinas deshumanizadas que escupen dictámenes jurídicos a toda velocidad. El trato cercano y la disponibilidad son cuestiones que casi nadie se plantea. “No te escuchan”, comentan analistas del sector, “sólo te exigen datos para rellenar plantillas con las que buscar jurisprudencia y emitir dictámenes, en un proceso mecanizado y automático”, añaden.
Inmovilismo digital
La maquinaria de los grandes bufetes hace que, salvo clientes de gran calado, el resto sean atendidos por abogados primerizos, controlados por seniors y socios, eso sí, pero percibidos como profesionales de solvencia reducida por la mayoría de los clientes. Los grandes bufetes sufren un importante inmovilismo de cara a nuevas facetas del mundo jurídico, sobre todo las relacionadas con el mundo digital, que los despachos de menor tamaño atienden de forma mucho más rápida y adaptada.