El presidente de Caixabank y de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidro Fainé, ultima los acuerdos para cerrar la nueva gobernanza de la entidad que se deriva de la aplicación de la ley española de cajas de ahorros que impide mantener ambos cargos concentrados en la misma persona a partir del 30 de junio. Desplazado a Fráncfort en las últimas horas, el hombre fuerte del grupo intenta pactar con las autoridades del Banco Central Europeo (BCE) cuál será el modelo que regirá a partir del próximo mes.
Los cambios normativos en la Unión Europea en materia bancaria obligan a las instituciones de crédito a someter a la consideración del BCE la idoneidad de los cargos y de las políticas que se desarrollan en cada entidad. El papel líder de La Caixa en el mercado español hace aún más apetecible para los burócratas del banco central participar en las decisiones estratégicas que afectan a su línea de gobierno.
Prórroga temporal
Fainé ha intentado en las últimas semanas recibir el visto bueno de Fráncfort a sus candidatos para relevarle al frente de Caixabank como nuevo presidente del consejo de administración. La lentitud del proceso del BCE, sin embargo, puede dar pie a sorpresas como que el nombre del sustituto no esté validado antes del 30 de junio. De ser así, Fainé podría verse incluso obligado a permanecer como máximo responsable del banco y abandonar temporalmente la presidencia de la Fundación Bancaria para no contravenir las leyes españolas. Con todo, el destino preferido por el directivo es pasar a formar parte del máximo órgano de control de la fundación, en tanto que seguirá como primer accionista del propio banco.
Tanto esa cuestión como las nominales (quién debe ser el escogido) son los temas de los que ha podido tratar el financiero de Manresa en sus encuentros con los dirigentes del BCE que han tenido lugar en las últimas horas, según ha podido saber este medio.
Posiciones críticas
La traslación al último minuto de estos cambios, que ha sido defendida por el propio banquero, no ha sentado del todo bien a la completa totalidad de los consejeros que le acompañan en el banco. Alguna voz de tono más crítico considera que el retraso que apura los cambios es del todo innecesario y pone de manifiesto una falta de gobernanza impropia para la entidad. Con todo, nadie en el seno de Caixabank o de la Fundación Bancaria discute el liderazgo de su actual presidente, al que consideran uno de los artífices de la potencia del grupo.