La inesperada decisión de los ciudadanos británicos de abandonar la Unión Europea ha dejado al viejo continente en estado de shock. El Brexit pone fin a 43 años de un matrimonio que, pese a sus altibajos, mayoritariamente se había considerado beneficioso para todas las partes. Ahora se abre un período de consecuencias imprevisibles tanto en el ámbito económico como en el político.
En lo económico, las primeras reacciones han sido claras. Los mercados han castigado las bolsas europeas, y han sido especialmente duros con los bancos. La libra esterlina, a pesar de los esfuerzos del Banco de Inglaterra, ha sufrido una espectacular depreciación, que en algunos momentos ha sido de hasta un 10%. Mientras que el Banco Central Europeo ha logrado mitigar parcialmente los efectos sobre el euro.
A medio plazo, las incertidumbres económicas se extenderán a toda la economía británica, que perderá el acceso sin restricciones a un mercado de 450 millones de consumidores. Todo apunta a que las relaciones comerciales y turísticas se verán lastradas, lo que también podría perjudicar de forma destacada a España, uno de los princpales países receptores de viajeros británicos.
El futuro del Reino Unido
En lo político, la primera consecuencia --y la más visible-- ha sido el anuncio de la dimisión del primer ministro británico, David Cameron, asumiendo de esta forma su fracaso tras perder un referéndum que convocó con la convicción de que sus conciudadanos apostarían por permanecer en la UE.
Por otra parte, el resultado de la votación pone en peligro la propia integridad del Reino Unido, toda vez que en Escocia e Irlanda del Norte han ganado los partidarios a seguir en la UE, mientras que en Inglaterra y Gales lo han hecho los euroescépticos. De hecho, los nacionalistas escoceses y norirlandeses se han apresurado a amenazar con sendos referéndums para salir del Reino Unido e integrarse en la UE.
Terremoto político en la UE
Pero el Brexit puede tener otras derivadas no británicas: el temido efecto contagio en otros Estados miembros de la UE. Los líderes de la ultraderecha francesa --Marine Le Pen-- y holandesa --Geert Wilders-- ya han exigido que en sus países también se celebren consultas sobre la continuidad en el club europeo.
Los principales dirigentes de la UE, Merkel y Hollande, han mostrado su precupación por los efectos políticos del Brexit y han lanzado un mensaje de unidad y de confianza en el proceso de integración europea. Preguntado sobre si el Brexit es "el principio del fin de la Unión Europea", el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se ha limitado a responder con un "no" en un tono poco convincente y ha dado por terminada la rueda de prensa.
Ahora se abre un período de negociación entre el Reino Unido y la UE que será largo y farragoso, y la desconexión efectiva no se producirá en ningún caso antes de dos años.