Pau y Gina son un matrimonio que se conoció y se casó en China. Ocho años después su vida dio un vuelco de 180 grados cuando a Pau le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad que, de momento, no tiene cura.
El matrimonio decidió hacer las maletas y volver a España con sus hijos para luchar contra la enfermedad. Pese a las grandes dificultades que se presentaron por delante, no se rindieron. Una de ellas fue tener que reinventarse, cambiando por completo su modo de vida. Pau, que era ingeniero de comunicación en China, tuvo que dejar su actividad, y Gina, que trabajaba en el sector de la educación y el voluntariado, también abandonó sus labores para centrarse en cuidar a Pau y abrir su nuevo negocio.
Mentores de lujo
Ambos pasaron por el Aula de Emprendimiento de Prevent y Esade, que colabora con personas con discapacidades para ayudarles a tirar adelante sus negocios. Pau y Gina tuvieron la idea de seleccionar diversos vinos de calidad y etiquetarlos bajo su nueva marca, Ilusión . “Un porcentaje de la botella lo destinamos a donación para combatir y concienciar sobre las enfermedades neurodegenerativas”, explica Gina.
Las tres fundaciones con las que colaboran son Miquel Valls, sobre el ELA; Escleorisis Múltiple; y Noelia, contra la distrofia muscular congénita por déficit de colágeno en niños. El cliente puede decidir a cuál de ellas destina el dinero.
Tanto Pau como Gina se muestran muy agradecidos a las entidades que les han ayudado: “Realmente nuestra calidad de vida sería muy difícil, no podríamos estar en casa. Ahora tenemos una cama de hospital en casa, las sillas, una grúa... Gracias a las fundaciones”, comenta Gina.
Además, el curso de Esade y Prevent les dio la posibilidad de conocer a los que serían sus mentores, Ferran Centelles, exsommelier del Bulli, y a Josep Roca, sommelier y copropietario del Celler de Can Roca. “Tenemos a dos mentores súper potentes, que también nos ha ayudado en la presentación de los vinos”. Asimismo, el grupo Uriach también colabora. “Detrás de nosotros tenemos gente que cree en el proyecto”, aseguran.
Valor añadido
Su primera idea cuando regresaron de China fue vender y distribuir vino, ya que anteriormente habían tenido alguna experiencia cuando trabajaban en el país asiático. “Al entrar en el Aula de Esade y Prevent nos dimos cuenta de que la exportación la podía hacer cualquiera, que no aportaríamos valor añadido y fue cuando creamos la marca de vino solidario y decidimos dar un porcentaje a la fundación”, relatan.
El año pasado tuvieron una facturación de 16.000 euros y pudieron dar 2.500 euros de donación directa y 32.000 de donación indirecta, que significa que gente que conoce el proyecto da dinero a la fundación. Son cifras aún modestas pero, por esta razón, han participado en el taller de Unresaonable Labs de Madrid para levantar más financiación y ampliar su cartera de vinos. De momento, trabajan con siete productos: tres tintos (un vino Penedés, un Monstant y un Priorat); un cava Ferran Brunet Nature; dos rosados (un Monsant y uno de Navarra) y dos vinos blancos, de Monstant y Chardonnay.
Actual reto
“Nos falta mucha distribución y conocimiento de la marca. Un buen plan de marca para que nos ubiquen como vino solidario. Hay vinos solidarios puntuales, pero este quiere ser un vino permanente para todo el año”, admiten.
Ahora, se proponen levantar una ronda inicial de 100.000 euros, y quieren centrarse en crear marca a través de la celebración de eventos y las redes sociales.