Después de Fainé, más Fainé. Isidro Fainé Casas (Manresa, 1942) dejará la presidencia del consejo de administración de Caixabank antes de que finalice junio. Su salida del órgano de gobierno está motivada por el cumplimiento de la Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias, que desde diciembre de 2013 regula el sector en España. El gestor del primer banco del mercado español se ha visto obligado a decidir si seguía al frente del banco o de la fundación propietaria, ya que la normativa hace incompatibles ambos cargos.
El todopoderoso banquero ha optado por continuar al mando de la Fundación Bancaria La Caixa, el gigantesco ente que agrupa la participación de control en el capital de Caixabank; el mayor holding de empresas que existe en Europa y que opera bajo la denominación Criteria; y la obra social, una vocación especial del carácter humanista de Fainé y uno de los rasgos distintivos del grupo desde su nacimiento.
El secreto mejor guardado
En unos días, el consejo de administración de Caixabank cambiará de presidente. El relevo se cerrará casi en el último momento, poco antes de que la campana legal suene. Será en una reunión extraordinaria del órgano de gobierno, que este mes ya ha celebrado una el pasado día 16. En ese encuentro Fainé anunciará quién será su sucesor. El nombre de la persona que relevará al actual presidente es el secreto mejor guardado por el banquero y, a la vez, el asunto que más quebraderos de cabeza le ha originado en los últimos tiempos.
Caixabank está supervisado por el Banco Central Europeo (BCE). La autoridad financiera de la zona euro entró en la regulación del sector tras la última crisis. Nada se mueve en ninguna entidad bancaria de la UE que no cuente con la bendición de su nuevo vigilante. Desde la propia condición de consejero de un banco a los cambios en los órganos de dirección son visados de forma directa por el BCE.
Un líder ‘chairman’
Uno de los obstáculos en la lidia de Fainé ha sido justamente convencer a las autoridades de Fráncfort sobre cuál es el relevo más conveniente. De haber resultado posible, hubiera apostado por atraer a Barcelona al actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, por el que siente especial devoción profesional. Goiri, sin embargo, lleva meses seducido y abducido por el proceso de reflotamiento que dirige y que le consagra como uno de los mejores banqueros del país tras ser sorpresivamente centrifugado del BBVA por su presidente, Francisco González.
En otros momentos del proceso, el banquero apostó por una solución interna consistente en que el actual consejero delegado, Gonzalo Gortázar, pasase a desempeñar la presidencia. La solución, sin embargo, no fue del agrado del BCE, que considera que el cargo debe desempeñarlo alguien sin funciones ejecutivas y con un modelo de presidencia chairman, es decir alejado de la gestión que debe controlar.
Fainé moverá el banquillo
La nueva presidencia de Caixabank tampoco podía fiarse a un fichaje externo de última hora. Para ser presidente del banco hay que formar parte, primero, del consejo de administración, según las nuevas reglas del BCE. De hecho, la incorporación al consejo de Caixabank de María Verónica Fisas Vergés, directora general de Natura Bissé, que tuvo lugar en febrero pasado, estuvo casi cuatro meses demorada hasta que la autoridad financiera dio su completa aprobación al nombramiento.
En ese contexto, y en uso del símil futbolístico, Fainé tirará del banquillo. Ante el BCE ha presentado una terna de consejeros que pueden relevarle al frente del órgano de gobierno. Con independencia de las preferencias del banquero catalán, en Fráncfort también se han empeñado en dejar su impronta a la hora de renovar la cúpula del mayor banco del territorio español.
Massanell, el perfil más fácil e indiscutible
De recibir el plácet del BCE, podría ocupar el cargo con facilidad Antoni Massanell, actual vicepresidente de Caixabank. Lleva dos años en el organigrama y es un hombre conocedor de la casa por dentro, desde las plantas nobles hasta la red. No en vano ocupó diferentes funciones ejecutivas hasta 2011, la última de ellas la dirección del área de Medios de la entidad. A su favor juega que fue uno de los bancarios impulsores del área tecnológica de La Caixa.
En su contra, sin embargo, pondera el distanciamiento que mantuvo unos años con Fainé, en especial cuando fue uno de los aliados de Antoni Brufau en la etapa final de Josep Vilarasau al frente del grupo y en pleno divorcio entre Fainé y Brufau. Esa distancia, según fuentes próximas al ahora candidato, se habría acortado en los últimos tiempos, lo que le devuelve a la categoría de presidenciable.
Pero hay más nombres encima de la mesa de Fainé y del BCE. Por su condición de consejeros reúnen también la de presidenciables Juan Rosell, el actual jefe de la CEOE; el economista Xavier Vives; el actual secretario del consejo, Alejandro García Bragado; y el notario Juan José López Burniol. Todo apunta a que el nuevo chairman saldrá de este grupo capitaneado por Massanell.
Los que no pueden ser
Rosell es de los que se descarta de forma directa para el cargo. “No soy banquero”, dicen que dice quienes nunca le apoyarían en esa aventura, convencidos como están de que siempre soñará con esa posibilidad. Añaden que teóricamente sus intereses empresariales son otros una vez finalice el mandato al frente de la patronal.
En el entorno patronal se recuerda que su vínculo con el grupo La Caixa tiene mucho que ver con el hecho de que Foment del Treball, la asociación empresarial catalana, sea una de las entidades fundadoras de la antigua caja de ahorros. En el mismo cesto de los descarte, López Burniol acompañará a Fainé en la Fundación Bancaria, de la que ya es patrono, y dejará el consejo.
Otros consejeros del banco son más difíciles de incardinar con el perfil del cargo. En algunos casos les lastra su relativo conocimiento o experiencia en el sector; en otros su procedencia (hay representantes de la sociedad civil, de los empleados…); varios vienen de las absorciones llevadas a cabo por La Caixa en los años de la crisis financiera. Así hay representantes de la antigua Banca Cívica o de Cajasol, que tienen a un miembro de su fundación en el órgano de gobierno. No son candidatos, en esos casos, que el BCE pueda considerar como los más óptimos para el liderazgo máximo de Caixabank.
Críticas a la falta de gobernanza
“Que Fainé deje el banco por razones legales no supondrá más que un cambio nominativo. Preside la fundación que es principal accionista, por lo que su influencia en el consejo siempre estará presente”, señala un miembro del propio órgano de gobierno. Es en el consejo de administración donde se tiene más claro lo que va a suceder por la vía de los hechos: “¿Después de Fainé? Más Fainé”.
Si que hay, en voz baja y bajo plena condición de anonimato, algún ligero reproche al líder de todo el proceso. Tras ensalzar sus virtudes como gestor, algún miembro del consejo considera que Fainé debería haber establecido una gobernanza previamente pactada con el BCE que hiciera más sencillo el relevo. “Hasta ahora hemos tenido presidentes de la talla de Vilarasau, Fornesa y Fainé, que son indiscutibles todos ellos, pero la entidad debe prever la eventualidad de no tener alguien disponible con esa categoría profesional”, señalan.
La oportunidad perdida de Nin
En todo caso, la coincidencia es plena sobre el momento actual: “Fainé no se va de Caixabank. En su tarjeta figurará ahora otro cargo, pero seguirá al frente del banco porque es su ahijado profesional. Solo Juan María Nin podría haber obtenido una delegación real antes de que lanzara por la borda toda la confianza de su jefe con su proverbial ambición y locuacidad”.