Industrias Titán, especializada en la producción de pinturas y barnices, se ha apuntado a la oleada de renovaciones y ha culminado el relevo generacional en su cúpula. El principal impulsor ha sido el hasta ahora director ejecutivo de la firma, Josep Farrés, que a sus 72 años se jubiló a mediados de enero y propició el cambio de todo el equipo directivo.
La dirección general está ocupada desde ese momento por Ramón Farrés, hijo mediano del hasta ahora máximo ejecutivo. Sus cinco años en Industrias Titán como controler y responsable financiero le propiciaron conocimiento suficiente de la empresa para que los propietarios, la familia Folch-Rusiñol, le propusieran el cargo.
Joaquín y Alberto Folch-Rusiñol
También pesó en la elección que los herederos de la multinacional aún no han alcanzado los 30 años. Los hermanos Joaquín y Alberto Folch-Rusiñol Faixat, representantes de la cuarta generación, han adoptado un rol diferente al de su padre en la compañía, según fuentes de su entorno. No se limitarán a ejercer un papel institucional y de fiscalizar la gestión, se implicarán en ella de forma muy directa.
De hecho, ya han empezado a tomar las riendas del grupo especializado en pinturas. Educados inicialmente en un internado de Alemania, ambos consiguieron el título universitario de ingeniero industrial y completaron su formación en campos como las finanzas o la dirección empresarial en escuelas de negocios internacionales.
Primeros pasos en el extranjero
Sus primeros pasos profesionales los dieron en el extranjero y compaginan sus responsabilidades actuales en la empresa familiar con otras experiencias externas, más vinculadas con start ups de nueva creación.
Igual que Joaquín Folch-Rusiñol Corachán, su padre, sienten una gran pasión por el mundo de las motocicletas. Aunque lo viven más como un hobbie que como la actividad casi profesional en que transformó su pasión el hasta ahora presidente de Industrias Titán. Otro de los relevos que implicará la regeneración en la compañía será su renuncia al cargo institucional. Por el momento, ya ha empezado a reflejar en los libros del Registro Mercantil que es su hijo mayor el principal ejecutivo del grupo.
Falta de transparencia
Como buena empresa familiar, Titán no es precisamente una firma transparente. Sus máximos ejecutivos han optado por el perfil bajo. No siempre fue así, el abuelo de los nuevos gestores de la compañía, Alberto Folch-Rusiñol (1922-1988) era un amante de la etnología y consiguió una colección de arte precolombino que se puede ver entre la Fundación Folch y el Museo Etnológico de Barcelona. El hermano de éste, también llamado Joaquín Folch-Rusiñol, fue uno de los poetas impulsores de la Generación de los 50 o Escuela de Barcelona.
El miembro más conocido de la saga fue Joaquim Folch Girona (1892-1983), el creador de la empresa de pinturas y propietario de una colección de minerales única en el mundo que aún se actualiza y amplía.
Grupo en beneficios
Las últimas cuentas que la familia ha consolidado en el Registro Mercantil de Industrias Titán son las de 2014, en las que se muestran unos beneficios de 3,2 millones de euros y una facturación de 116,7 millones que, según otros interlocutores del sector, se mantuvieron el pasado ejercicio.
Industrias Titán ha resistido a la crisis, pero en buena parte por sus ingresos financieros, entre ellos los 6,3 millones que le generaron el año pasado los dividendos de sus acciones del banco Santander.