La reindustrialización de Cataluña es un objetivo que desde hace años se incluye en las proyecciones institucionales, pero siempre se queda como reivindicación. Entre las iniciativas que están en desarrollo en esta legislatura, la Fundación para la Industria puso el acento en la necesidad de abordar la denominada Revolución 4.0 en su reunión anual celebrada este martes en Sabadell (Barcelona).
¿Qué diferencia el reto actual de los anteriores? La base es la misma, ya que los empresarios reivindican una verdadera formación que responda a las necesidades del día a día empresarial o infraestructuras tanto logísticas como en telecomunicaciones. El principal cambio es que la consolidación de la tecnología en el mundo industrial incrementa la complejidad para alcanzarlos. Lleva a situaciones como la previsión de que la distancia entre el modelo productivo catalán y el de países del norte de Europa crecerá en los próximos años.
Métodos de producción
“Perderemos el tren, y no nos lo podemos permitir de nuevo”, indicó uno de los empresarios presentes en la jornada. El presidente de la fundación, Josep Bombardó, detalló que conseguir la “simbiosis entre los métodos de producción con las tecnologías de la información y la comunicación” configura esta Revolución industrial 4.0. Con un acento claro: “La gente coge la tecnología como un fin y no como un medio”, añadió.
Aparecen nuevos conceptos como la ciberseguridad, la información en la nube, la realidad virtual, el big data (cruzar toda la información de una compañía para analizarla con mayor facilidad), las simulaciones de negocios, la robótica con mayor autonomía, sistemas de trabajo integrados de forma horizontal y vertical, la manufactura a partir de impresoras en 3 dimensiones --en Londres, por ejemplo, empiezan a proliferar copisterías con esta tecnología-- o el Internet de las Cosas, que facilita la competitividad al ahorrar tiempo y costes al fomentar una producción inteligente.
Inversión privada
Todo ello requiere una ingente cantidad de inversión que sobrepasa la capacidad de las pymes, la inmensa mayoría del tejido productivo catalán, y las Administraciones no disponen de los recursos necesarios para facilitar el paso. El propio presidente, Carles Puigdemont, dejó claro en su intervención que fomentarán la “colaboración público/privada” para poder llegar a su gran objetivo: que el peso del PIB industrial catalán sea del 25% en 2020, frente al 20% actual.
Para ello serán básicos ámbitos de actuación como el Pacto Más Industria y el Pacto Nacional para la Industria. Se deben diseñar políticas a largo plazo, aunque el empresariado insiste en la necesidad de incidir ya en otras iniciativas que deberían de estar superadas desde hace años.
Cuestiones a resolver de forma inmediata
Entre ellas, los problemas de conectividad a Internet de banda ancha en los polígonos industriales o la necesidad de promocionar programas de formación, especialmente de FP Dual, que se acerquen a las necesidades reales de la industria. U otras cuestiones más sensibles, como el ingente desarrollo del e-commerce en ciudades que no están preparadas porque no incluyen buzones preparados para dejar paquetes, tal y como se señaló en las sesiones.
“La economía productiva no se puede decidir en los despachos de consultores y políticos, que tampoco pueden decir qué industria tiene futuro y cuál no. Es el mercado quién decide”, sentenció Bombardó. El ruego que terminó sobre la mesa es que no existieran injerencias administrativas para proseguir con los cambios a los que se enfrenta el sector productivo. Los avances del Pacto Nacional para la Industria dirán si el Gobierno y la oposición recogen el guante lanzado por las empresas.