Empezaron en Barcelona hace 14 meses, después se establecieron en Madrid y Valencia, hace un mes conquistaron Milán, y el próximo objetivo podría ser París. Oscar Pierre Miquel es el joven emprendedor catalán que fundó Glovo. “Ya vamos nosotros”, es su lema. Los glovers son los encargados de comprar, recoger y entregar a los clientes cualquier cosa. Y rápido, en una media de 24 minutos.
“No somos un servicio de mensajería; ofrecemos los mejores establecimientos de la ciudad a nuestros usuarios y la entrega de los productos en minutos”, explica Oscar Pierre. La comida es el servicio con más demanda, pero Glovo ofrece entregas de todos los sectores. Ahora se añaden a la lista regalos y entretenimiento, que formarán una nueva categoría en la app. El planteamiento inicial surgió por la conciencia del valor que da la gente a su tiempo y la disposición a pagar para ahorrarlo.
El mes pasado realizaron 20.000 pedidos, y en mayo prevén aumentar la cifra hasta los 25.000. “Empecé con una idea y un power point”, asegura el fundador de Glovo, hijo de una estirpe catalana con larga tradición en el mundo empresarial: Oscar Pierre Prats e Inma Miquel. La clave de que su negocio despegara, la velocidad: “La idea tiene una importancia relativa; hace un año éramos cinco empresas con el mismo concepto, y solo nosotros seguimos vivos”.
Adaptarse
Comenzaron con la intención de ser una plataforma para externalizar recados y han evolucionado hacia una especie de marketplace. Con el tiempo, relata Pierre, han conseguido que los comercios asociados paguen una comisión, hecho que ha permitido bajar los precios. Entre cero y tres euros pagan los usuarios para el servicio de los glovers.
El perfil de los mensajeros es muy variado: desde profesionales autónomos hasta estudiantes que dedican unas pocas horas al día. “Nos gustaría avanzar más hacia la economía colaborativa, pero con la realidad legal española es un poco difícil”, admite.
Emprender
“Barcelona es posiblemente la ciudad más atractiva de Europa para emprender”, dice Pierre. El fundador de Glovo compara la situación actual de la ciudad con la de hace dos o tres años, cuando no había interés en las startups ni mucho talento llegado del extranjero.
Una vez decidido a crear la compañía, el siguiente paso era encontrar financiación. Fue a través de business angels (inversores no profesionales que aportan cantidades relativamente pequeñas) que consiguió los primeros 100.000 euros para arrancar. Algunos de los principales family office catalanes decidieron apostar por la iniciativa. “Tenemos un plan para ser rentables a medio plazo, pero todavía dependemos de financiación externa, por lo que el éxito es relativo”, puntualiza.
La segunda ronda de inversiones llegó el verano pasado con 1,5 millones. Pero no siempre es fácil: “Para emprender tienes que tenerlo muy claro; aunque parezca cool desde fuera, conlleva muchas horas y sacrificio”. El fundador de Glovo es uno de los participantes en las mesas redondas del II Foro de la Excelencia que se celebra en Lloret de Mar entre los días 8 y 11 de junio y del que Crónica Global es medio colaborador.