La Hacienda catalana es una de las primeras infraestructuras de Estado en las que trabaja el Govern de Carles Puigdemont. Constituirla como tal es un objetivo que está más cerca con la “redimensión y el paso al frente” que ha dado la Agencia Tributaria Catalana (ATC) al trasladarse del centro de Barcelona a la Zona Franca, según defendió este lunes el vicepresidente económico catalán, Oriol Junqueras. El edificio ya está inaugurado de forma oficial, pero ni siquiera el acto institucional se libró de la controversia que ha envuelto todo el traslado.
La polémica parte en esta ocasión del gesto que quiso hacer el también líder de ERC al hacer coincidir la visita oficial a las nuevas dependencias de la ATC con la convocatoria de 40 nuevas plazas de funcionarios para reforzar el equipo humano. La consejería de Economía indicó que la creación de estos puestos de trabajo está amparada por los Presupuestos de la Generalitat de 2014, el problema es que obvió comentar el fracaso que se apuntó Andreu Mas-Colell cuando era responsable del departamento al intentarlas cubrir con personal interino.
Falta de interés entre interinos
En el primer proceso de selección que se convocó tan solo 14 personas aprobaron el examen y, de todas ellas, solo 11 se incorporaron finalmente a la institución. El proceso se retomó el pasado marzo, cuando Junqueras abrió la mano para fichar de nuevo a los 29 interinos que faltaban para completar el refuerzo de personal --necesario, por otro lado, tras los recortes impuestos en todo el sector público--.
La próxima semana se hará la prueba de acceso, aunque su incorporación queda en el aire tal y como alertan los sindicatos de la ATC. Las oposiciones se iniciarán en julio y se espera que el trámite finalice en el primer trimestre de 2017, por lo que se podría dar la casuística de que interinos recién llegados deban dejar su plaza a los pocos meses de ocuparla. Es decir, casi en pleno proceso de formación.
Plazas cubiertas al 24%
También existen dudas del éxito de la convocatoria por los perfiles profesionales que se demandan en la futura Hacienda catalana y la atracción real que la oferta pueda tener. Los sindicatos recodaron que entre 2014 y 2015, en plena efervescencia del procés, de las 80 plazas que el Govern esperaba cubrir con personal interino solo se ocuparon 19.
Además, señalaron que existirá un problema de espacio en la nueva sede si realmente se cumplen las expectativas de Junqueras. El responsable de Economía manifestó que quiere abrir 11 nuevas oficinas territoriales de la ATC y pasar de los 350 a los 850 empleados hasta 2017. “El actual edificio no tiene capacidad ni para acoger a 600 personas”, manifestaron las fuentes sindicales consultadas, que dudan igualmente de que el próximo presupuesto catalán pueda contemplar una partida económica para duplicar los trabajadores de la ATC.
El principal obstáculo de espacio es que la Hacienda catalana no puede ocupar todo el edifico situado en el número 46 del paseo de la Zona Franca, uno de los motivos del traslado junto al económico (que también se ha puesto en duda). La segunda planta está ocupada por una farmacéutica con un contrato vigente hasta 2018.
Problemas en el nuevo edificio
A todo ello se le deben añadir los problemas que presenta la nueva sede de Zona Franca. Tal y como informó Crónica Global, la dirección de la agencia no ha sido capaz de encontrar a un operador de restauración que dé servicio en el edificio. Los servicios de la zona son limitados, ya que el barrio de La Marina está fuertemente industrializado y cada compañía se suele responsabilizar por cuenta propia de cubrir las necesidades de la plantilla.
Tras el traslado, los empleados indican que hay problemas en la climatización del inmueble, todo de cristal, y se quejan de la baja calidad del mobiliario. Son ya famosos en la consejería de Economía que las cajoneras de las mesas en la Hacienda catalana no se pueden cerrar. Y no se refieren a cerrar con llave, algo habitual para trabajadores que tratan con datos fiscales; ni siquiera encajan los cajones. Lo armarios, que sí tienen llave, que puede usar el personal son más pequeños que los que estaban instalados en la calle Fontanella y cuentan con menos espacio, hecho que condena a que la documentación de los trabajadores se quede muchas veces encima de la mesa a la vista de todos.