Un inversor argelino quiere dominar el segmento de los hoteles de lujo de Barcelona. Ali Haddad, propietario del hotel Palace --antiguo Ritz-- maniobra para comprar el Gran Hotel La Florida y el Miramar, establecimientos de cinco estrellas gran lujo. El magnate de la contrucción pondría así las piezas dos y tres de la cadena de hoteles 'premium' que impulsará desde el icónico alojamiento de la Gran Vía barcelonesa.
Según informan fuentes del sector patrimonial, el consejero delegado del gigante ETRHB Groupe Haddad habría puestos sus ojos en los dos activos, cuyos rendimientos están lejos de ser los esperados. "Haddad sabe que el Miramar va bien, pero podría ir mejor, y que el Florida no marcha", señalan.
Un obstáculo: la deuda
La puja, de la que oficialmente las direcciones de ambos hoteles "no tienen constancia", arrebataría los activos a uno de los hoteleros históricos de la Ciudad Condal. "El Florida y el Miramar pertenecen a sociedades espejo. El 50% del capital de ambas mercantiles es de Joan Gaspart, mientras que el resto es del inversor libanés Boutros El Khoury".
La operación, sin embargo, tiene un problema: "Los dos hoteles tienen un gran volumen de deuda. La cifra se mueve en torno a los 50 millones de euros. Vender los activos conllevaría una gran quita de obligaciones para el tenedor de la misma, el banco alemán Depfa Bank".
¿Qué pasará?
Las fuentes consultadas subrayan los cambios en la dirección del hotel Palace, que hoy avanza Crónica Global, como primer paso de futuras operaciones. "El Florida estaría más cerca de venderse, pero antes, Haddad --segundo hombre más rico de Argelia, con una fortuna de 400 millones-- ha renovado la cúpula del Palace. Después deberá desentrañar la madeja de hipotecas y préstamos cruzados de ambos hoteles", explican.
Cabe recordar que el industrial compró el hotel Palace de Barcelona por 80 millones de euros en 2011, ante las dificultades de su propietario, el Grupo Husa del propio Joan Gaspart.
La sociedad gestora del establecimiento, Inmobiliaria Sarasate, suspendió pagos tres años después, lo que provocó que el inversor internalizara la explotación del lujoso establecimiento.