Cataluña es territorio de empresas. Entre tantas, siempre se ha producido una cierta tendencia al asociacionismo. Se da la circunstancia, sin embargo, de que la atomización ha llegado a niveles insostenibles. De ahí, justo, que el presidente de la gran patronal catalana Foment del Treball, Joaquín Gay de Montellà, lanzará un órdago contra una de sus asociadas, la Confederación Empresarial Comarcal de Terrassa (Cecot), que preside el dirigente nacionalista catalán Antoni Abad. En los próximos días, Cecot deberá aceptar unas nuevas normas de Foment o salir al monte: independizarse del empresariado de toda la vida, algo similar al momento político.
La junta directiva de Foment del Treball aprobará en su primera reunión de abril un conjunto de normas de funcionamiento que limita a todas las organizaciones adheridas cuáles son las actuaciones básicas que deben cumplir para mantenerse bajo el abrigo tanto de Foment como de la confederación española, CEOE.
Expansión fallida de Cecot
La intención de la cúpula de Foment es que la primera junta directiva de abril apruebe esas normas y la asamblea lo haga en mayo próximo. Antes, el comité ejecutivo (el verdadero órgano directivo de la patronal catalana) se ha pronunciado a favor por unanimidad.
Cecot salía de Terrassa y de la comarca del Vallès captando nuevos socios. Quería ser una patronal catalana e, incluso, española. Ahora, su presidente, Antoni Abad, y su secretario general, David Garrofé, deberán decidir si prosiguen en solitario su aventura identitaria o, por el contrario, se mantienen en el seno de Foment del Treball, lo que significa pertenecer a la patronal catalana y española a la vez.
Ordenar un asunto histórico
Las normas que se aprobarán son iguales para todas las territoriales adscritas a Foment del Treball. La mayoría de ellas están agrupadas en la filial Fepime, que en su día lideró el anterior presidente de la patronal terrasense, Eusebi Cima, y ahora está encabezada por María Helena de Felipe.
"Se intentará poner orden en un tema que jamás se había abordado. Ni tan siquiera cuando Juan Rosell presidía Foment", explica un miembro de la dirección.
Aceptar seis puntos de un documento
Para sacar adelante el contencioso, Foment del Treball pondrá a consideración de la junta y de la asamblea general un simple documento de seis puntos que reconoce las normas básicas para formar parte de la organización. "Quien no las cumpla o acepte ya sabe cuál es su camino", explica un miembro del comité ejecutivo. En román paladino la cosa es aún más sencilla: o se adoptan las nuevas normas o se queda fuera de Foment.
El tema es que Gay de Montellà no obligará a Abad a salir de Foment. Le forzará, en cambio, a que decida si quiere seguir dentro o no. Puede parecer una sutileza sin importancia, pero habida cuenta de las relaciones de Abad con el ámbito convergente (fue incluso candidato al Congreso en una lista de CiU) se trata de un órdago que obliga al empresario metalúrgico a tomar una decisión. Seguir o marcharse de la gran patronal catalana y emprender una incierta aventura en el ámbito de la pyme, una práctica en la que colisionará de forma clara con la Pimec de Josep González.