La burbuja del turismo rural ha estallado en España, cargando las agencias inmobiliarias de masías, pazos y fincas en venta. Los expertos aluden a las generosas subvenciones otorgadas por los gobiernos autonómicos para explicar el fenómeno, que se circunscribe en "zonas poco turísticas" como el interior de Galicia o algunas bolsas de Castilla y León y Castilla-La Mancha.
"Propietarios que quizás no pensaban dedicarse al turismo rural se animaron por las líneas de ayudas. Ahora ven que sostener un establecimiento todo el año es difícil, y lo ponen en el mercado", explica a Crónica Global Elvira Fafián, gerente de Aldeasabandonadas.com.
El portal, especializado inicialmente en pedanías inhabitadas, atesora ahora un portafolio notable de casas rurales que están operativas. "Con o sin prisa, pero los dueños se las están quitando de encima", abunda la intermediaria.
Turismo rural 'pijo'
Según Fafián, el abanico de propiedades es muy amplio. "Las hay desde los 20.000 euros hasta casi el millón las mejor equipadas. Depende de las características, de la zona y de los accesos", agrega la también bróker financiera.
Con respecto a zonas, el site intermedia la venta de decenas de pazos dedicados al turismo, la mayoría en Galicia. "Es complicado rentabilizar un activo en zonas que no son de costa", recuerda la experta.
"Esto es vocación, no una inversión"
Una de las transacciones esperadas es la de la casa rural O Cabazo da Coruxa en San Adriano de Lorenzana (Lugo). Su propietaria, Ángeles Domínguez, alerta a posibles compradores. "Esto no es como el turismo convencional. No es una inversión que la acometes y te vas. El turismo rural es muy personal: el contacto con el cliente es continuo y constante", avisa a este diario.
El pazo de Domínguez consta de cinco habitaciones encajadas en una encantadora casa que se reformó en 2010. "En nuestro caso no es debido a ninguna ayuda. No recibimos subvención alguna. Simplemente, estamos en un momento vital en el que nos gustaría dedicarnos a otras labores del campo", abunda la emprendedora.
La familia Domínguez ha puesto la casa en el mercado por deseos de cambio, sin que la cuestión económica les apriete; pero avisa de compañeros que sí tienen más dificultad. "El turismo rural era inicialmente gente que vivía en el campo y que alquilaba ciertas habitaciones. Tenían otros oficios. Quizá aquello se perdió y se profesionalizó. Hubo cierto boom, sí, y no siempre una casa que no está en la costa presenta ocupaciones decentes", tercia la emprendedora rural.