Un grupo muy selecto de las empresas cotizadas en bolsa deciden repartir entre sus accionistas parte del beneficio obtenido por la compañía. Es lo que se viene llamando dividendos, que van íntimamente ligados a los resultados empresariales favorables. La rentabilidad por dividendo de la bolsa española es una de las más altas de la renta variable europea. No en vano, el retorno que ofrecen las empresas cotizadas en el Ibex 35 es cercano al 5%, con rendimientos superiores a los ofrecidos por los índices de Inglaterra, Alemania, Francia o Italia, que en ningún caso llegan a estos niveles en su remuneración a los accionistas.
De cualquier forma, los problemas de financiación de algunas empresas, y en otros casos los menores beneficios obtenidos a partir de la gran crisis internacional, ha incidido en un ajuste en el abono que reciben a cuenta los inversores. Principalmente rebajando su cuantía, aunque también eliminándolos de su calendario de retribución, al menos momentáneamente. Esta es una tendencia que se viene gestando desde 2013, y que está afectando a algunos de los sectores bursátiles, aunque sea el bancario donde es más apreciable.
Dividendos más bajos, pero crece su rentabilidad
Este efecto tan contradictorio es el que llevan aparejadas las empresas que han decidido aplicar una mayor contención a su política retributiva. Como consecuencia de las últimas caídas en la renta variable española, cuyo índice selectivo ha pasado en pocos meses de estar en niveles cercanos a los 11.000 puntos, a cotizar en una franja entre 8.500 y 9.000 puntos. Y aunque los pagos por dividendo se hayan reducido, la realidad es bien distinta, en función del momento en que se hayan formalizado la compra de las acciones.
Los inversores que han tomado posiciones en los mercados durante los últimos seis meses --y a pesar de haberse reducido su retribución-- se encontrarán con rendimientos más atractivos en sus dividendos. Superiores a los que han materializado sus compras hace unos años. El fuerte castigo a la bolsa en este período ha impulsado un aumento en la rentabilidad de estos pagos, con un incremento en unas cuentas décimas con respecto a las operaciones desarrolladas antes del verano de 2015.
Rebaja en la remuneración al accionista
Algunas empresas del selectivo nacional se han decantado por impulsar esta estrategia. El caso más llamativo, y reciente es el de la petrolera Repsol, que ha decidido disminuir a partir de este año su dividendo anual en un 20%, pasando de pagar 1 a 0,75 euros por acción. Como consecuencia del ajuste de sus cuentas empresariales, debido al desplome en el precio del petróleo, que ha afectado drásticamente a su cotización. Desde 17 euros que marcaba en el primer trimestre de 2015, a los 10,50 euros que valen ahora sus acciones.
La situación de la energética no es un caso único en las empresas cotizadas. Ya anteriormente, algunos grupos bancarios emprendieron similares medidas, hasta el punto de rebajarlos hasta prácticamente la mitad de su cuantía. El caso más significativo corresponde a Banco Santander, que en 2014 vio como su dividendo por acción se depreciaba notablemente. Pasando de 0,60 euros anuales, a 0,20 en 2016 y 0,21 al siguiente ejercicio. Otra de las entidades afectadas es Caixabank, que ha impuesto una rebaja del 11%, de 0,18 a 0,16 euros por acción.
En este sentido, y por lo que respecta al sector financiero, hay que recordar que ya en 2014 el Banco de España recomendó a los bancos mayor moderación a la hora de hacer efectivos estos pagos a los accionistas, incidiendo en que no excediese del 25% del beneficio neto consolidado. El efecto, pues, no se hizo esperar, con un ajuste en la retribución de los grandes grupos financieros del país.
Eliminación del pago
Otras cotizadas, por el contrario, han decidido quitar directamente los dividendos de sus cuentas de resultados, como consecuencia --en la mayoría de las ocasiones-- de los graves problemas financieros de sus modelos de negocio. Indra, por ejemplo, ha dejado de abonar esta retribución desde 2014, después que concediese a sus inversores 0,34 euros por acción. La constructora FCC es otra de las empresas integrantes del Ibex 35 que suspendió este pago. Aunque no ha sido el denominador común de todas las empresas españolas. Unas han decidido elevarlo (Inditex y Gas Natural), y otras reanudar su retribución (IAG).
No obstante, hay casos tan particulares como el de Telefónica, que se vio obligada a cancelarlo durante la crisis, para posteriormente recurrir al scrip dividend (acciones emitidas para remunerar a los accionistas en lugar del dividendo convencional), para evitar más salidas de caja que pudiesen afectar a su línea de negocio. En la actualidad mantiene un pago anual entre sus accionistas de 0,75 euros, uno de los más rentables de la oferta bursátil.
Mayores dividendos del mercado
Son varias las empresas que reparten un retorno a sus accionistas superiores al 5%. Están lideradas por Repsol, que ofrece una rentabilidad cercana al 8%. A continuación se sitúan otras energéticas (Endesa, Red Eléctrica, Enagás y Gas Natural), con pagos entre el 5% y 7%. Sin olvidarse de Telefónica y Abertis que ofrecen a través de esta modalidad de abono rentabilidades por encima de la media del índice selectivo.
De cualquier forma, el principal atractivo que ofrece esta retribución es que su retorno es más expansivo que las procedentes de la renta fija, en un entorno de tipos de interés en mínimos históricos, con el precio del dinero al 0%. Como consecuencia de la última decisión del Banco Central Europeo (BCE) de abaratarlo. Y que ha llevado a que los principales productos bancarios (depósitos, pagarés, etc.) proporcionen ganancias de apenas el 0,35%.