La empresa minera Iberpotash que explota las minas de sal del Bages inicia este mes de abril el cierre de su centro de Sallent, previsto en su plan Phoenix. El cierre no estará completado hasta el 2019 --los puestos de trabajo de Sallent serán absorbidos en Súria-- pero a partir del mes que viene la empresa trasladará entre 30.000 y 40.000 toneladas de sal para que sean tratadas en las nuevas instalaciones de Súria.
Es el primer gesto ambiental de una empresa asediada por denuncias puestas por grupos ecologistas por el almacenamiento de los residuos salinos que la empresa aboca hasta ahora en el Cogulló, una montaña de sal que contamina las aguas del Llobregat a juicio de las organizaciones ecologistas y que alberga varios millones de toneladas de sal.
Gesto mínimo
Sin embargo, este gesto parece a todas luces insuficiente. Los depósitos salinos tienen un volumen de 40 millones de toneladas. Si se realiza un traslado de entre 30.000 y 40.000 toneladas, la montaña de sal seguirá viva durante generaciones.
La compañía de capital israelí pretende aumentar sus exportaciones en un 20% mientras sigue asediada en los tribunales por los grupos ecologistas que consideran las medidas de la empresa para minimizar el impacto ambiental.
Fallos adversos
Las sentencias de los tribunales no suelen dar en ningún caso la razón a la empresa. La última sentencia contra Iberpotash condenó a directivos de la empresa por la contaminación de las aguas y ahora Bruselas también ha abierto una investigación por las ayudas públicas recibidas.
Iberpotash es la principal industria del Bages que da trabajo a más de 4.000 personas --directos, indirectos e inducidos-- lo que no es óbice para que la CUP la haya puesto en su punto de mira acusando al Govern de hacer la vista gorda con la multinacional.