Pasado el mediodía, el Ibex35 se mantenía por debajo de los 8.000 puntos, con una caída del 3,77% y unas pérdidas acumuladas en lo que va de año de casi el 18%. Todas las bolsas europeas están en una situación semejante: la de Milán caía a primera de la tarde un 4,6%, mientras la francesa se dejaba el 3,3% y el Eurostoxx registraba un -3,33%. La prima de riesgo española se ha encaramado a los 170 puntos.
Los analistas son pesimistas respecto al futuro porque las razones que explican la situación no tienen visos de cambiar a corto plazo. Entre ellas, la más poderosa es que la actividad económica no acaba de recuperarse, lo que impide aparcar los estímulos monetarios a ambos lados del Atlántico.
Tibieza en Estados Unidos
Eso es lo que explica la tibieza con la que la presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, utilizó ayer a la hora de hablar de la prometida y apenas comenzada subida de los tipos de interés.
La liquidez barata hace que los tipos de interés sean muy bajos, lo que a su vez estrecha el margen de negocio de los bancos y les resta rentabilidad. Sus cotizaciones bursátiles lo reflejan y constituyen un caldo de cultivo en el que cualquier mala noticia cae como una bomba.
La deuda pública
Adicionalmente, el bombeo de dinero de los bancos centrales hace más sostenible la deuda pública que, en lugar de reducirse, crece y condiciona los mercados financieros.
La caída del precio del petróleo, que a su vez es una consecuencia de la escasa vitalidad de la economía mundial, termina de dibujar un panorama en que el dinero busca refugios seguros, como la deuda pública alemana --que rinde el 0,132% a diez años cuando la española paga el 1,80%-- o el oro, que ayer subió el 3%.