La renovación de la cúpula de la UGT de Cataluña el próximo abril se perfilaba para CDC y ERC como el momento ideal para llevar el discurso independentista a uno de los terrenos que más se le ha resistido a lo largo del procés, el mundo del trabajo. Un territorio donde ensanchar las bases del soberanismo.
Especialmente, en el área metropolitana. El plan era convertir el sindicato catalán en una organización parecida al ELA Euskal Sindikatua, unido al PNV, según fuentes de Junts pel Sí, pero se han topado con una resistencia que se daba por superada: Matías Carnero.
El presidente del comité de empresa de Seat es una de las personas más respetados en UGT y fue el primero al que el aún líder de la organización, Josep Maria (Pepe) Álvarez, señaló como su delfín. Pero sus reticencias por el nivel de burocracia que representa la gestión de la central sindical catalana, una responsabilidad incompatible con el trabajo en Seat y el Grupo Volkswagen --más, desde el momento en el que estalla el caso diéselgate--, le habían apeado de la carrera sucesoria dejando paso a candidatos más próximos a los círculos independentistas, Camil Ros y Laura Pelay.
Carnero presidente, Pelay secretaria general
Este escenario no gustó a los sectores más próximos a las factorías. Algunas federaciones, como la de Servicios Públicos del Baix Llobregat (Barcelona), incluso pidieron la apertura de un proceso de primarias para frenar el plan. Todo ello ha forzado a que Álvarez proponga una solución intermedia.
La cúpula de la organización propone que Carnero asuma el cargo de presidente ejecutivo, pero sin el peso del día a día del sindicato. El trabajo más burocrático junto a algunas tareas de representación las asumiría la futura secretaria general de la organización, el cargo que ocuparía Pelay.
UGT, sindicato
El líder sindical de Seat reconoce que ha habido conversaciones en este sentido, sin que se haya cerrado nada. De entrada, es un escenario que le encaja para compatibilizar las responsabilidades en el sindicato y en la firma automovilística al contar con el apoyo de la secretaría general. Lanza un aviso a navegantes claro sobre el papel que desempeñará la organización cuando se ponga el punto y final a los 26 años de mandato de Álvarez: “Si algún partido político piensa que podrá usar la UGT como su herramienta está absolutamente equivocado”.
Carnero asegura que, en el caso de que sea presidente, asumirá el cargo para “tomar decisiones” y que éstas se enfocarán hacia los verdaderos problemas de los trabajadores: “Conseguir derogar la reforma laboral, dignidad en los puestos de trabajo y que se respeten sus derechos”.
En cuanto a la relación con Pelay, hace tiempo que ambos hacen tándem profesional. La futura secretaria general, si se cumplen las previsiones, se incorporó hace dos años y medio a la sección sindical de Seat para trabajar como asesora personal de Carnero.
Futuro de Álvarez
El futuro de la UGT de Cataluña parece encarrilado, pero Álvarez no tiene ligado su salto a la secretaría general del sindicato en España.
El congreso nacional para suceder a Cándido Méndez tendrá lugar un mes antes que el catalán y el debate independentista ha erosionado su candidatura. Ha llegado a propiciar que se rompa la unidad de voto que tradicionalmente se ha conseguido en las federaciones. Grandes áreas como el metal o los servicios públicos podrían llegar a votar por separado si el líder catalán no hace un gesto que le desmarque del procés.
Méndez tiene la última palabra
Su principal rival, Miguel Ángel Cilleros, tampoco ha conseguido los apoyos necesarios para alcanzar la secretaría general. Otros nombres toman fuerza en la terna como la líder de UGT de Andalucía, Carmen Castilla; la del secretario de Participación Sindical e Institucional, Federic Monell (Álvarez le intenta incluir en su candidatura pero las relaciones personales entre ambos son mejorables), o la de Igualdad, Almudena Fontecha.