Entre los años 2010 y 2015 hemos asistido a un inesperado festival de reestructuraciones bancarias y cierres de oficinas: CAM se convirtió en Sabadell, Bancaja en Bankia, Unnim en BBVA… Estos cambios ya han afectado a los clientes de las desaparecidas entidades --Banesto, Bancaja, Banca Cívica, Caja Madrid, CAM, Caixa Sabadell, Caixa Manresa, Caixa Penedès, CatalunyaCaixa…-- pero todavía nos queda por ver una nueva oleada de fusiones.
Tanto Ángel Ron, presidente de Banco Popular, como Francisco González, presidente de BBVA, o Josep Oliu, del Sabadell, han hablado abiertamente de la nueva reestructuración bancaria que ya está en marcha, aunque el actual Gobierno no parece tener previsto hablar del tema hasta pasadas las elecciones generales, ya que se calcula que provocará el cierre de unas 1.000 oficinas bancarias y unos 35.000 despidos.
'Los siete enanitos'
Los rumores apuntan a que la reestructuración del sistema bancario español se producirá en dos pasos. El primero será la absorción de los llamados “siete enanitos”: Abanca, Bankinter, Banco Mare Nostrum, Ibercaja, Kutxabank, Liberbank y Unicaja.
Y el segundo paso será la conversión de los seis grandes --Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Popular y Sabadell-- en tres únicas macroentidades. Las quinielas apuntan a un Santander-Popular, un BBVA-Bankia, y un Caixabank-Sabadell.
Como en las anteriores fusiones, las principales consecuencias para el cliente serán: cierre de oficinas y cajeros, cambio del número de cuenta corriente (porque se cambia de banco), y posible cambio de las condiciones de las cuentas, lo que puede suponer, por ejemplo, ganar comisiones o perder descuentos. Recordemos lo que ocurrió cuando los clientes de Bancaja se incorporaron a Bankia: adiós a la ausencia de comisiones.
¿Qué derechos nos quedan?
En contratos con fecha de vencimiento como es el caso de las hipotecas, los créditos y los depósitos, las nuevas entidades están obligadas a respetar el contrato firmado con el primer banco hasta la extinción del mismo. En estos casos no habrá ningún problema.
Además, la nueva entidad estará obligada por ley a comunicarnos cualquier cambio en las condiciones de los productos que tengamos contratados con al menos un mes de antelación.
Y, por supuesto, siempre podremos cambiar de banco. En el caso de las cuentas, podremos irnos siempre que no nos hayamos comprometido a una permanencia para, por ejemplo, conseguir un televisor o una tablet de regalo. En el caso de los depósitos, podremos irnos en cualquier momento, aunque si no llegamos al final del plazo acordado seguramente perdamos gran parte de los intereses generados.
Mejorar la hipoteca
En el caso de las hipotecas, podremos irnos siempre que otro banco nos ofrezca una hipoteca mejor y nuestro banco no la iguale (si la iguala se llama enervar la subrogación y estaríamos obligados a quedarnos). Y en el caso de los planes de pensiones, también será posible sacar nuestros ahorros del banco en el que hemos acabado por obligación si no nos gusta su política, sin ninguna penalización fiscal ni de costes.
Lo recomendable, entonces, es estar atentos a los anuncios de las nuevas fusiones bancarias post 20D y, si nos afectan, quedar pendiente de las notificaciones de nuestro banco para conocer qué ocurrirá cuanto antes, y poder planificar una huida si es lo que queremos, aunque teniendo en cuenta que, tras la oleada de fusiones, nos quedarán menos bancos entre los que elegir.