Abengoa era hasta hace no demasiado tiempo un empresa conocida, pero de perfil bajo. Conocida su crisis, y sabido su enorme endeudamiento (24.000 millones de euros), todos aquellos que por una u otra razón están vinculados a la compañía buscan ansiosamente respuestas a la crisis de la ingeniería andaluza.
El nombre de la compañía es una de las más buscadas en Google, por ejemplo. En España se quiere saber qué decisión tomará la banca, si inyectará fondos de urgencia como piden los gestores o se resistirá a incorporar a sus balances más quebranto. Hay foros especializados, como el de la web Pcbolsa.com, que arden literalmente en búsqueda de soluciones a los interrogantes que se ciernen.
En España y en EEUU se comparte el interés
Más allá del debate político suscitado en el país, al borde de unas elecciones generales, también al otro lado del Atlántico se buscan noticias. La filial de la compañía española Abengoa Yield, que cotiza en EEUU, también plantea dudas sobre si será vendida o formará parte de un cambalache para salvar el grupo.
La dimensión internacional de la crisis de Abengoa, mucho mayor por endeudamiento y presencia mundial que la de Pescanova, ha elevado el interés por un proceso que se aventura largo a decir de los negociadores bancarios inmersos en resolver la crisis.
¿Un chicharro?
Inversores cortoplacistas de la bolsa (el equivalente a los antiguos barandilleros de los corros bursátiles) especulan a diario con el valor de la acción. “Abengoa se ha convertido en un chicharro, y las posibilidades de altas rentabilidades en horas o días la convierten en un valor que fluctuará con mucha probabilidad”, señala un analista de una de las principales agencias españolas de valores sorprendido por el interés mediático que despierta la cotización de la acción.
Cualquier movimiento, cualquier noticia o información resulta interesante para quienes tienen su capital circulando por el mercado continuo con las siglas ABG, las que utilizan los tickers para denominar la acción. Incluso se esperan las primeras ediciones de los diarios digitales, que se publican entre las 2 y las 6 de la madrugada para comentar la evolución del valor.