El enfrentamiento de las patronales catalanas por la representatividad empresarial se ha convertido en el protagonista de uno de los convenios laborales más importantes, el del metal. La norma marco de las normas en empresas como Seat o Nissan pero también en multitud de otros grupos industriales más pequeños vence a finales de año en las provincias de Barcelona, Tarragona y Girona. En Lleida tiene vigencia hasta finales de 2016.
La burocracia necesaria para renovarla ya se ha puesto en marcha. Los tres convenios provinciales están denunciados y en Girona y Tarragona se han constituido las plataformas de negociación. Están presentes CCOO y UGT como representantes de los trabajadores y las sectoriales de Foment del Treball y Pimec por la parte empresarial. En estas mesas no ha habido ningún problema porque los líderes de la Asociación Provincial de Empresarios del Metal de Tarragona (Apemta) y la Federación Patronal Metalúrgica de la provincia de Tarragona (FegMetall) han reconocido la representatividad de la patronal de pymes presidida por Josep González.
La dificultad se encuentra en la provincia con mayor actividad, Barcelona, donde la batalla entre Pimec y Unión Patronal Metalúrgica (UPM) viene de lejos y casi deja sin efecto el convenio marco anterior.
Suspensión temporal del convenio anterior
La pugna sectorial se remonta a principios de 2013, cuando la organización de Pimes pidió entrar en la mesa y acudió a la justicia para acreditar su representatividad y conseguir voz y voto en el debate. El problema fue que se quedó al margen porque la justicia decretó que no estaba acreditada la presunta fuerza que alegaba que tenía en el sector.
Eso propició primero que el documento quedara sin efecto mientras duraba el proceso en los tribunales primero y después, cuando había transcurrido un año y medio, se firmara por los sindicatos y UPM. La patronal de pymes movilizó a su gabinete jurídico en ese momento y ofreció asesoramiento gratuito a las empresas que decidieran descolgarse del acuerdo al considerar que su patronal rival había cedido a las peticiones de los sindicatos para evitar el conflicto y no había tenido en cuento los intereses reales de los empresarios.
Tensión a más
Las perspectivas actuales para conseguir la paz entre patronales que no se alcanzó en 2014 no son mejores. En el último ejercicio la tensión entre ambas organizaciones ha ido a más, especialmente por el papel ejercido por el Gobierno liderado por Artur Mas. La politización de un conflicto empresarial que se remonta a los tres intentos de fusión que han protagonizado las organizaciones ha subido de nivel la pugna.
En un intento de establecer un nuevo orden patronal al limitar la fuerza de la organización más crítica con el procés, Foment, y mediante un dictamen de los responsables de los servicios jurídicos de la Generalitat, el Gobierno eliminó en julio la representatividad que Fepime consiguió en los tribunales. Posteriormente, abrió el melón de reordenar el reparto tradicional de la fuerza empresarial en foros de convertación social e inicio un proceso para reclamar a las patronales que acreditaran de nuevo el número de empresas de las que eran portavoces ante la consejería de Empresa. Foment denunció el proceso y todo ha quedado parado a la espera del nuevo Gobierno.
Pimec pide estar presente
Pimec ya ha enviado una carta a los sindicatos y a Foment para pedir estar presente en la futura plataforma negociadora del metal en Barcelona que ha sido ignorada por la parte patronal. Los afectados se escudan en la sentencia de 2014 para negarles la presencia.
CCOO y UGT de Cataluña marcan distancias con la batalla empresarial. Se limitan ha señalar que ellos reconocerán sin problemas a cualquier interlocutor que acredite su representatividad tal y como marca la legislación vigente.